Los primeros casos se dieron en marzo tras la aplicación de la segunda dosis contra el virus del papiloma humano, pero fue en agosto cuando, una tras otra, varias niñas fueron llevadas a centros hospitalarios con mareos, desmayos, dolores de cabeza y sensación de vómito, entre otros, que la noticia saltó a los medios de comunicación nacionales.
Pese a que diversas autoridades de salud explicaron que la vacuna era segura y que los síntomas no estaban relacionados, la comunidad no creyó pues los malestares se seguían presentando en las jóvenes.
El tema dejó de ser la preocupación de unos padres de familia y comenzó a convertirse en una situación de orden público pues se presentaron protestas y desórdenes.
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