Todo comienza por una lucha para controlar esta área de cultivos ilícitos y termina con las dificultades sociales que afrontan las comunidades campesinas.
Lo que está pasando en Tumaco es una realidad cruda y compleja.
“Si no hay un acompañamiento, vamos a tener un baño de sangre impresionante en los próximos días”, asegura Arnulfo Mina Garcés, vicario diócesis de Tumaco.
Las palabras premonitorias del padre Mina evidencian la angustia de una comunidad que se siente desprotegida.
“Era una zona muy apetecida, la verdad es que todo lo que se cultiva es coca”, afirma un habitante desplazado de la vereda Pital de la Costa en Tumaco.
A todo esto se le suma el abandono por parte del Estado y la guerra entre criminales por ocupar territorios antes dominados por las FARC.
La radiografía, elaborada por Noticas Caracol y la Fundación Paz y Reconciliación, deja ver la realidad del puerto, donde la anarquía criminal tiene nombres propios.
"El que opera en esta zona, donde ocurrió la tragedia y la masacre de civiles, es alias ‘Cachi’, un hombre que maneja un grupo, más o menos, de 30 personas”, señala Ariel Ávila, subdirector Fundación Paz y Reconciliación.
“Trabaja los mexicanos (¿son mexicanos?). La población dice que tienen acento mexicano, reúnen a la gente y llegan encapuchados, muy bien armados, y son los que están promoviendo este tipo de reuniones y extorsión, expandiendo los cultivos de coca”, añade.
La crisis en la región, según Ávila, tiene un componente gubernamental crítico.
“Son 23 mil hectáreas de coca y no hay nada más allá de la sustitución de cultivos, no hay construcción de vías terciarias, no hay mercados internos, la plata se está demorando en llegar y el precio base de coca está muy alto”, afirma.
Actualmente, hay dos los modelos de sustitución, la erradicación voluntaria y la forzosa. La segunda, dicen los observadores, se está ejerciendo con celeridad y fuerza sobre las comunidades. Esto se suma a la presión del gobierno de Estados Unidos para cumplir la meta de 50 mil hectáreas erradicadas.
“Obviamente esto ha llevado a una confrontación, muy alta, con al población en la medida que la plata no está llegando, lo suficientemente rápido, y eso lo dicen las comunidades”, resalta Ávila.
La situación que vive Tumaco, advierten los analistas, se puede repetir en otras zonas cocaleras del país.
“Desafortunadamente, el choque entre estos dos modelos de lucha contra el narcotráfico y el modelo de sustitución voluntaria y forzosa, están causando verdaderos impactos en Guaviare, Catatumbo y todo el pacífico”.
Esta es la radiografía del Tumaco de hoy, un puerto con dos caras: un paraíso sobre el pacífico colombiano, que tiene una herida histórica que no cierra, y la situación desgarradora de sus habitantes.
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Updated: octubre 08, 2017 08:56 a. m.