Sergio Vega, que clama una visa humanitaria para familia de su esposa, ya habló con la Cancillería

La historia de Sergio Vega y su esposa, Paula Durán, una pareja colombiana que junto a sus tres pequeños vive en EE. UU., ha conmovido a las redes sociales. Él clama por una visa humanitaria para sus suegros y padres porque la madre de sus hijos fue diagnosticada con cáncer de cerebro y de estómago y los médicos les han dicho que le queda un mes de vida.

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Según él, se ha dado “cuenta del significado de las redes sociales, porque estando a miles de kilómetros de nuestro país he sentido el apoyo de todos ustedes”.

Y gracias a la difusión de su historia, Andrea Petro, hija del presidente Gustavo Petro, habló con él y lo puso en contacto con la Cancillería de Colombia para tramitar la visa humanitaria que toda su familia espera obtener.

Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores “me explicaron qué proceso tengo que tomar” y “teniendo el radicado de la visa entra a actuar el Gobierno nacional en cabeza de nuestro presidente, su canciller y el embajador de Colombia en EE. UU.”.

Sin embargo, sabe que “la última palabra la tiene la embajada americana” para obtener la visa humanitaria con la que espera que la familia se reencuentre con su esposa Paula, que solo tiene 27 años.

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Sergio Vega habla de la salud de su esposa Paula Durán

Ya en ese país “empezamos a hacer tortas con domicilios en nuestro carro”.

Al poco tiempo de haber arribado se enteraron de que Paula estaba esperando un tercer hijo. Pero en la semana 34 ella empezó a sufrir un terrible dolor en el estómago.

“Pensamos que era parte del embarazo”, narró Sergio Vega, pero luego los médicos le informaron que ella tenía “un tumor en el cerebro de 4 centímetros”, que tuvieron que extirparle después de hacerle una cesárea de urgencia.

Este colombiano cuenta que Paula “tiene un dolor de cabeza 24 horas” y actualmente “le están drenando el cerebro mediante una sonda que viene desde la espalda hasta el cerebro porque tiene presión, y estamos esperando a ver si con ese drenaje ella puede recuperar la vista”.

“Es una lucha diaria”, afirma, y agrega que “la última voluntad la tiene Dios”.

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