
En una vereda de Manizales, durante el aislamiento por la pandemia, ocurrió un crimen que dejó a una madre con un profundo dolor que aún no acaba. Jonathan Delgado, un joven de 28 años, fue asesinado en julio de 2020. Su muerte no fue solo un hecho violento, sino el desenlace de una historia que su madre, María Ligia Grisales, relató con dolor en El Rastro.
Jonathan era un joven trabajador, comprometido con su familia y su empleo, expresaron sus seres queridos. Vivía en una zona rural cerca de Manizales, más exactamente en la vereda de Hoyo Frío y solía visitar una tienda cercana. Allí conoció a Diana Cristina Gil, la encargada del establecimiento. Fue en ese lugar donde, según su madre, comenzó todo.
“Empezó a enamorar a mi hijo, mi hijo venía a comprar cigarrillos y ella se le contoneaba por allá, se cruzaba de piernas y se ponía a hablarle a él”, relató María Ligia. Lo que parecía un simple coqueteo se transformó rápidamente en una relación que, para la familia de Jonathan, nunca fue seria.
Una relación que cruzó los límites
La madre del joven recuerda cómo Diana comenzó a frecuentar su casa. “Ella fue como cuatro veces a la casa, se le metía al cuarto, se quedaban una hora y después salía y ella se iba como Pedro por su casa”, afirmó.
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María Yuliza Delgado, la hermana de Jonathan también compartía esa percepción. “Yo digo que mi hermano y ella lo tomaron como una aventura, como algo de momento no más, tan en serio no”, explicó. Sin embargo, para Diana, la relación parecía ser más importante que para él.

“Tengo entendido que ella involucró más sentimientos de los que debía porque puedo decir que ella se enamoró de mi hermano, incluso ella dio a entender a mi hermano que se fueran a vivir juntos”, señaló la hermana del joven asesinado. Con el paso del tiempo, su comportamiento se volvió más insistente, más invasivo.
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“Se le volvió una obsesión”
María Ligia comenzó a notar que la relación entre su hijo y Diana no era normal. “Esa mujer perseguía a ese muchacho”, aseguró. Diana lo buscaba constantemente y la situación se volvió tan agobiante que Jonathan tomó una decisión drástica: irse.
“A lo último mi hijo dijo ‘mamá, yo me voy a ir de por aquí porque esa mujer no me deja en paz’”, recordó. Fue entonces cuando Jonathan decidió trasladarse a Belalcázar, un municipio a más de 100 kilómetros, con la esperanza de dejar atrás esa relación que ya lo asfixiaba.
Un intento de empezar de nuevo
Durante dos años, Jonathan se mantuvo alejado. Trabajó, se enfocó en su vida y se distanció de Diana. Pero en 2020, decidió regresar a su tierra natal. Quería reencontrarse con su familia y comenzar de nuevo. Consiguió empleo en una finca, donde trabajaba junto a Jhon Freddy, quien fue la última persona en verlo con vida.
El 16 de julio de ese año, Jonathan le comentó a su compañero que iba a encontrarse con una mujer que le haría una encuesta del Sisbén. Horas después, su cuerpo fue hallado colgando de un puente, sostenido apenas por su motocicleta. Aunque al principio parecía un accidente de tránsito, al inspeccionar cuidadosamente la escena se reveló que se trataba de un crimen.
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El celular, la única pista
En la escena del crimen no había testigos ni cámaras de seguridad. La única pista era el celular que Jonathan aún llevaba en el bolsillo. El análisis del historial de llamadas reveló lo que nadie esperaba: en los días previos al asesinato, había recibido llamadas de Diana Cristina Gil y de su esposo, Néstor Bustamante.

“Se hace un estudio de correlación y nos determinan que estuvieron llamando a la víctima”, confirmaron las autoridades. La revelación fue impactante para la familia, que ya sospechaba de la expareja de Jonathan.
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“Lo engañaron para hacerlo salir de su lugar de trabajo y llevarlo hasta un punto donde ya lo estaban esperando”, explicó el intendente David Sánchez. La investigación confirmó que Diana y Néstor habían planeado el encuentro. Le habían tenido una trampa.
Para María Ligia, la revelación no fue una sorpresa. Ella había advertido desde el inicio que algo no estaba bien. “Se le volvió a esa mujer una obsesión”, añadió. La relación, que comenzó como un juego, se convirtió en una amenaza.
La familia también supo que Diana ya estaba casada cuando inició su relación con Jonathan. El romance fue clandestino, y cuando ella decidió dejar a su esposo, todo se descontroló. “Cuando Diana le dijo a Néstor que se iba a ir o que lo iba a dejar, yo siento que ella tuvo que contarle algo… tal vez con quién pensaba irse”, relató la hermana del joven asesinado.
La captura y el juicio
Cinco meses después del crimen, las autoridades capturaron a Diana y a Néstor. Ambos fueron acusados de homicidio agravado. Aunque intentaron justificar su accionar alegando defensa propia, el juez desestimó esa versión. Jonathan había recibido seis disparos, todos por la espalda, por lo cual no pudo defenderse de estos actos violentos.
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El 4 de julio de 2024, cuatro años después del asesinato, la pareja fue condenada a 19 años de prisión. Diana cumple su pena en la cárcel de Picaleña, en Ibagué, y Néstor en una prisión de alta seguridad en La Dorada, Caldas.
Para la familia Delgado, la sentencia no es suficiente. Su madre y hermana señalaron que el dolor de perder a un ser querido no se borra pese a los años de cárcel.
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