Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Cada 28 de diciembre, la Iglesia Católica conmemora el Día de los Santos Inocentes, una fecha que invita a la reflexión sobre la vida, la fe y la protección de los más vulnerables. Esta celebración recuerda a los niños asesinados por orden del rey Herodes en Belén, un episodio narrado en el Evangelio según San Mateo, que marcó el primer derramamiento de sangre vinculado al nacimiento de Jesucristo.
Según la tradición cristiana, Herodes, temeroso de perder su poder tras conocer el anuncio del nacimiento del Mesías, ordenó la muerte de todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores. Su intención era eliminar cualquier amenaza a su trono. Sin embargo, Jesús logró salvarse gracias a la huida de la Sagrada Familia hacia Egipto, advertida por un ángel en sueños a San José.
De acuerdo con ACI Prensa y EWTN, los niños asesinados por Herodes son reconocidos como mártires, no por haber proclamado su fe con palabras, sino porque murieron a causa de Cristo. La Iglesia los considera “santos” por las circunstancias de su muerte: fueron víctimas del odio y la ambición desmedida, sin haber cometido falta alguna.
El color litúrgico de esta fecha es el rojo, símbolo del martirio. Aunque estos niños no tuvieron conciencia del sacrificio que representaban, la tradición cristiana los reconoce como testigos silenciosos de la llegada del Salvador.
En su momento, el papa Francisco recordó que esta fiesta no es solo un recuerdo histórico, sino un llamado actual. En su mensaje de 2016, señaló que la Navidad no puede separarse del dolor y del llanto de tantas madres que siguen perdiendo a sus hijos por causa de la violencia, la injusticia o el desprecio por la vida humana.
En ese sentido, el Día de los Santos Inocentes invita a reflexionar sobre la responsabilidad de proteger toda vida, desde la concepción hasta la muerte natural, y a no ser indiferentes ante el sufrimiento de los más pequeños y vulnerables.
La Iglesia enseña que estos niños murieron “por Cristo”, aunque no lo supieran. San Quodvultdeus, obispo del siglo V, afirmaba que “todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo”, destacando que su martirio se convirtió en una victoria espiritual. Para la fe católica, su muerte anticipa el sacrificio de Jesús, el inocente por excelencia.
Aunque la Biblia no precisa cuántos niños murieron ni la fecha exacta de la masacre, la tradición sitúa este hecho poco tiempo después del nacimiento de Cristo, entre los años 4 y 2 antes de nuestra era.
En esta fecha, muchos fieles elevan una oración especial, pidiendo la intercesión de los Santos Inocentes por los niños, las familias y la humanidad entera:
Publicidad
Oh, Santos Inocentes, pequeños mártires
que están en el Corazón del Padre
Y en el Amor inmenso de María,
les rezamos:
Intercedan por nosotros el Espíritu de fortaleza
Para combatir el mal que ataca
Y destruye las vidas,
especialmente las de los pequeños,
Débiles y pobres inocentes.
Enjuguen las lágrimas de los niños,
acaricien con ternura
A los enfermos y a los ancianos.
Ayuden a los hombres y mujeres a creer en la vida,
A defender su sacralidad
desde la concepción hasta el último respiro.
Para aquellos padres y madres
que la rechazaron con el aborto
Obtengan la gracia del perdón de Dios
y la paz del corazón.
Para los que golpean y humillan
a los pobres e inocentes,
Intercedan arrepentimiento sincero y verdadera conversión.
Publicidad
Protejan cada vida desde el seno materno;
Custodien a los niños
para que no pierdan su inocencia;
Ayuden a las familias a recibir y amar a sus hijos
Como regalo de Dios.
Velen sobre los enfermos
para que sientan que Dios está cerca de ellos;
Iluminen a los poderosos
Para que promuevan leyes en defensa de la vida.
Recen con nosotros y por nosotros
para que la humanidad encuentre
El amor y el respeto hacia los niños y los inocentes
Para que aprendamos de ellos a amar
El tesoro precioso: ¡la vida!
¡Santos Inocentes,
rogad por nosotros!
HEIDY ALEJANDRA CARREÑO BELTRAN
NOTICIAS CARACOL