Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Push Noticias Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
Ahora no
Activar

Publicidad

El padre Javier Porras, constructor de paz en Caldono, relata el milagro de estar vivo tras atentado

Javier Porras, párroco de Caldono, Cauca, se salvó de un atentado en el que su vehículo recibió 36 impactos de bala. Su comunidad, que busca renacer de las cenizas de la guerra, lamenta que hayan intentado hacerle daño a quien “llegó acá a mejorar todo”.

El padre Javier Porras, constructor de paz en Caldono, relata el milagro de estar vivo tras atentado

Caldono, un municipio del Cauca que le apostó a la paz después de 30 años de guerra, vive días difíciles. En medio de una escalada criminal, el sacerdote del pueblo Javier Porras, un religioso que a través de la música y el arte ha trabajado en la reconciliación de su pueblo, sobrevivió a un atentado.

Y es que hace apenas un mes los habitantes de Caldono, Cauca, se despertaron con la trágica noticia de que su párroco Javier Porras, nacido en ese municipio, había sufrido un atentado de proporciones mayores: su vehículo recibió 36 disparos. Sin embargo, y por fortuna, el sacerdote estaba en otro lugar y por eso, dicen, se salvó de milagro.

Al volante del vehículo iba el diácono Fredy Muñoz acompañado por Deiver Bototo, su asistente indígena. Ambos sobrevivieron a la balacera. Esa noche el párroco Javier Porras había regresado de su peregrinación a la casa cural en la moto que rara vez la usaba.

Publicidad

“Desde el punto de vista de la fe fuimos salvados por Dios, porque después de un acontecimiento como estos, donde un carro queda totalmente dañado, uno cómo lee de otra manera si esto no fue la protección de Dios", reconoce el padre Javier Porras.

Publicidad

Pero ¿quién pudo haber atentado con el párroco querido del municipio?

“Personalmente no he dado motivos para eso. Solamente me he empeñado en que tratemos de llevar esa armonía de nuestra de nuestra comunidad. Y sí ser muy enfático en esto: yo en ningún momento he sido amenazado”, subraya.

El sacerdote Javier es hijo del territorio y vivió la violencia desde su infancia. Su padre era conductor de la ambulancia del hospital del pueblo, se encargaba de transportar los heridos o a los muertos que dejaban los feroces combates entre la extinta guerrilla de las FARC y la fuerza pública, pero terminaron huyendo de la guerra.

Publicidad

El dolor que hay en Caldono tras este atentado al padre Javier Porras, quien volvió en 2016 a la zona para quedarse, está resumido en las palabras de la profesora Samara Guzmán, voluntaria del proyecto Cerro Belén.

Publicidad

Es “complejo porque ser líder parece que no va a ser fácil y yo creo que todos esos errores de guerra empiezan a fracturar los procesos sociales y eso es muy difícil para recuperarlos”, dice la profesora, agregando que el atentado al padre deja “desesperanza, porque no todo mundo se mete a trabajar en comunidad sin esperar nada a cambio”.

“No comprendemos digamos la magnitud de lo que esa gente fue capaz de hacer, porque digamos que él llegó acá a mejorar todo. Se ha visto que ha mejorado el pueblo, el pueblo ha crecido para bien. Él ha estado en todos los procesos”, puntualiza un joven artista de Caldono.

Publicidad

  • Publicidad