Esta es la historia de un inglés que se hizo colombiano cuando posó su lupa de historiador sobre el país hace 60 años. Es Malcolm Deas. Aterrizó por primera vez en Colombia en 1963. Desde entonces, entre ires y venires, se quedó para contarlo. ¿Por qué? Se lo preguntamos a uno de sus grandes amigos, el exministro Fernando Cepeda.
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“La razón principal, creo yo, fue el haber encontrado que Colombia no existía en la bibliografía que él conocía sobre América Latina, bien sea en Oxford, bien sea en Estados Unidos, que lo que se escribía sobre Colombia pues era muy poco y eso le produjo una gran curiosidad, un gran interés. Cuando vino a Colombia y vio el país y conoció la gente, entonces ya digamos que se enamoró de Colombia”, dijo.
El mismo Malcolm Deas pasó revista a su trabajo en un ensayo para el libro Colombia, una nación hecha a pulso: “Me doy cuenta de que he conocido a 15 presidentes de la República -algunos de manera más cercana que otros – y que he vivido largos trechos bajo 13 de ellos. Y estuve presente en los funerales de Laureano Gómez”.
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“No hubo un presidente de Colombia que no conversara con él, que no lo estimara, que no estuviera estimulado por compartir con él algunas opiniones sobre Colombia”, indicó Cepeda.
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De Virgilio Barco, por ejemplo, hizo una rigurosa semblanza en el documental Barco, la historia de un legado de Caracol Televisión.
“Él no era un cultivador de la popularidad, pero era notable que, al fin de su presidencia, la gente le tuvo bastante aprecio. Y eso se mostró en su salida a fines de gobierno, era muy bien acogido. Así que no era solemne, era serio, pero no solemne, era muy responsable… era un hombre sin vanidad”, señaló Malcolm en aquel documental.
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La excanciller Carolina Barco, hija del exmandatario, destaca del historiador inglés una enseñanza que le dejó a Colombia.
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“Ese interés de Malcolm y que siempre nos hablaba de que no miramos, no reflexionamos, no guardamos nuestros archivos. Por eso, para él, fue tan importante la obra de mi papá de crear el archivo nacional. Esa memoria para aprender del pasado y ojalá no cometer los mismos errores en el futuro”, señaló.
Sobre Alberto Lleras Camargo, para escoger otro ejemplo de su ensayo en Colombia, una nación hecha a pulso, Malcolm Deas escribió que “puso fin al sectarismo partidista”.
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Siguiendo con los apuntes de Deas sobre expresidentes, a Alfonso López Michelsen lo calificó de “fuerte defensor de los intereses del país en el exterior y de su independencia diplomática”.
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El periodista y escritor Óscar Alarcón, apasionado por la historia de Colombia, recuerda que el expresidente López llamaba a Malcolm Deas como “el profesor distraído”.
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“Eso no quiere decir que él estuviera distraído, antes, por el contrario, estaba siempre en la jugada, como decimos nosotros. Pero López lo describe como un personaje de novela del siglo XIX”, señaló.
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Malcolm Deas vivió y sufrió a Colombia. Escribió numerosos libros y ensayos en los que esbozaba su mirada sobre lo que son los colombianos, lo que han vivido como democracia y sobre lo inevitable: sus tragedias.
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“Una cosa que impresiona a cualquiera es el número de candidatos asesinados a la Presidencia”, dijo Deas en una entrevista con el exdirector de El Tiempo Roberto Pombo y que hace parte del documental 1989 de Caracol Televisión, el año de la más feroz ofensiva del narcotráfico contra el Estado colombiano.
Los meses siguientes al trágico 1989, Malcolm Deas dio luces al presidente César Gaviria en el diseño de políticas de reducción de la violencia.
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Después de 60 años, entre Inglaterra y Colombia, el profesor Deas, en su último escrito, titulado Los colombianos, cuyo punto final lo puso en enero de 2023, intentó responder complejas preguntas como qué tipo de nación es Colombia.
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Y mientras Malcolm Deas buscaba las huellas de la identidad de los colombianos, quienes más lo conocían veían en él su colombianidad.
“A él le encantaba el pandebono y llevaba a Londres la harina del pandebono para hacerle pandebono a su hija, que por cierto es colombiana, y siempre tenía la anécdota con las autoridades inglesas porque creían que ese polvo blanco era el que ellos le buscan a los colombianos y era pues la harina para hacer pandebono”, comentó Alarcón.
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Ese fue su legado para Colombia que analizó durante 60 años, un lienzo sobre lo que son sus habitantes.
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