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Domiciliario se ganó el cielo por lo que hizo con estos dos abuelitos habitantes de calle

El domiciliario no pudo entregar un pedido, pese a que intentó contactar al cliente “23 veces”. En vez de devolver lo que llevaba, decidió regalárselo a los desamparados. “Con lo que les compartí, Dios me bendice”.

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Un domiciliario compartió en su cuenta de TikTok lo que hizo por dos abuelitos que no tienen hogar y suelen dormir cerca de un puente en Perú. Dice que dio a conocer la historia porque busca que otros, como él, les den una mano a loshabitantes de callede la tercera edad.

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En su publicación, el joven relató que lo llamaron para hacer una última entrega de comida. Pasaba la una de la madrugada y el repartidor llegó al sitio, pero el cliente, afirmó, nunca apareció ni le respondió.

“Lo estuve esperando como 30 minutos y nunca salió”, aseguró el domiciliario, que se identifica como Mr. Jeimspe en sus redes sociales.

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El domiciliario sostuvo en su relato que le escribió “al chat del aplicativo y no respondía, le llamé como 23 veces y no respondía, toqué el timbre muchas veces y tampoco respondía”.

Como el cliente no apareció, el joven se contactó con el soporte de Rappi, empresa para la que trabaja, “y me pidieron que aguardara diez minutos más a lo que ellos se comunicaban con el cliente”.

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Esperó hasta las dos de la madrugada, momento en que la compañía se comunicó con él: “Me dijeron que tenía que devolver el pedido mañana o de lo contrario tendría que pagarlo”.

El domiciliario pensó que era una “estupidez devolver mañana cuando es comida y la comida se malogra”.

Por eso decidió pagar la comida y buscar a dos abuelitos que dormían en la calle, a unos kilómetros de donde él estaba a esa hora.

“A pesar de no tener nada, ni siquiera una camita dónde dormir, los señores son muy aseados”, dijo al hablar sobre las personas a las que les regaló los alimentos.

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Relató que estos habitantes de calle van a un canal de aguas para limpiarse y lavar la “poca ropita que tienen”.

Uno de los abuelitos recibió un poco desconfiado al domiciliario, dada la hora a la que apareció este en la acera en la que descansaban.

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Pero luego agradeció el alimento que, muy seguramente, llenó su estómago y también su corazón.

Tal vez no es mucho, pero sé que con lo que les compartí Dios me bendice con salud y trabajo”, comentó el domiciliario, quien espera que con su buena acción “llegue a tocar sus corazones y puedan regalarles alguna frutita, comidita o ropita” a estos dos abuelitos.

Insistió en que las personas a las que ayudó “son muy educados y se lo recibirán”.