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Este es el país que solo existe los fines de semana: queda cerca de Inglaterra

Un exmilitar británico tomó posesión del lugar y declaró su independencia. Aunque solo está activo los fines de semana, este país tiene príncipe y hasta su propia moneda.

Este es el país que solo existe los fines de semana: queda cerca de Inglaterra
Este es el país que solo existe los fines de semana: queda cerca de Inglaterra -
AFP

En un mundo donde las fronteras parecen cada vez más rígidas, donde los pasaportes y las visas determinan el alcance de la libertad individual, existe un fenómeno geopolítico que desafía las convenciones del derecho internacional y la lógica territorial. No se trata de una micronación digital ni de un experimento artístico, aunque podría parecerlo. Tampoco es una ficción literaria ni una invención de internet. Es un territorio real, con bandera, himno, pasaporte simbólico y hasta una moneda propia. Pero lo más curioso es que este país no existe de lunes a viernes.

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Durante los días laborales, el lugar permanece en silencio, sin actividad diplomática, sin gobierno visible, sin ciudadanos ejerciendo su nacionalidad. Pero cuando llega el fin de semana, todo cambia. El país cobra vida, recibe visitantes, celebra ceremonias y reafirma su existencia simbólica. Esta peculiar nación ha sido objeto de debates jurídicos, reportajes periodísticos, documentales y hasta intentos de golpe de Estado. ¿Cuál es este país? ¿Dónde se encuentra? ¿Por qué solo existe los fines de semana? La respuesta se halla en las costas del Reino Unido, sobre una antigua plataforma militar abandonada en el Mar del Norte.

Un país que solo existe los fines de semana

El país es Sealand, una autoproclamada micronación situada en una plataforma marítima llamada HM Fort Roughs, construida por el gobierno británico durante la Segunda Guerra Mundial. Sealand se encuentra a unos 12 kilómetros de la costa de Suffolk, Inglaterra, y fue ocupada en 1967 por Paddy Roy Bates, un exmilitar británico que decidió fundar allí su propio Estado soberano.

La plataforma, originalmente destinada a servir como fortaleza antiaérea, fue abandonada tras la guerra. Bates, aprovechando un vacío legal en las aguas territoriales británicas de la época, tomó posesión del lugar y declaró la independencia de Sealand. Desde entonces, su familia ha mantenido el control del territorio, proclamando una monarquía constitucional con Roy Bates como “Príncipe” y su esposa como “Princesa”. Aunque nunca ha sido reconocida oficialmente por ningún Estado, Sealand ha desarrollado una estructura institucional simbólica, con constitución, escudo de armas, títulos nobiliarios, pasaportes y hasta una moneda propia: el Sealand Dollar.

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Lo que hace especialmente singular a Sealand es que su actividad como “país” se concentra principalmente durante los fines de semana. Durante la semana, la plataforma permanece deshabitada o con presencia mínima. Pero los sábados y domingos, miembros de la familia Bates, simpatizantes, turistas y ocasionalmente periodistas o investigadores, visitan el lugar para realizar ceremonias, izar la bandera, emitir documentos simbólicos o simplemente mantener viva la narrativa de soberanía.

Este patrón de funcionamiento ha llevado a que Sealand sea conocida como “el país que solo existe los fines de semana”. No cuenta con una población permanente, ni con servicios públicos, ni con una economía activa. Sin embargo, su existencia simbólica ha perdurado por más de cinco décadas, convirtiéndola en una de las micronaciones más longevas y mediáticas del mundo.

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Uno de los aspectos más debatidos sobre Sealand es su estatus legal. En 1968, un incidente con la Marina británica llevó a un juicio en el que un tribunal del Reino Unido declaró que no tenía jurisdicción sobre la plataforma, ya que se encontraba fuera de las aguas territoriales británicas de entonces. Este fallo fue interpretado por los Bates como un reconocimiento implícito de su soberanía, aunque el Reino Unido nunca ha aceptado tal interpretación.

En 1978, Sealand fue escenario de un intento de golpe de Estado, cuando un grupo de empresarios alemanes intentó tomar el control de la plataforma. El “Príncipe” Roy Bates logró recuperar el territorio con la ayuda de su hijo Michael, y retuvo como prisionero a uno de los atacantes, que poseía un pasaporte de Sealand. El incidente fue resuelto diplomáticamente, y los Bates afirmaron que Alemania había enviado un diplomático para negociar la liberación, lo que consideraron otro acto de reconocimiento.

Sealand: ¿economía simbólica?

A pesar de su tamaño diminuto y su falta de reconocimiento oficial, Sealand ha logrado construir una identidad cultural propia. Su sitio web oficial ofrece títulos nobiliarios (como “Lord” o “Lady”) a cambio de donaciones, pasaportes simbólicos, camisetas, monedas conmemorativas y otros productos. Esta economía simbólica ha permitido financiar el mantenimiento de la plataforma y sostener la narrativa de independencia.

Además, Sealand ha sido objeto de algunos documentales, libros, artículos académicos y reportajes periodísticos. Su historia ha inspirado debates sobre soberanía, jurisdicción marítima, derecho internacional y la naturaleza del Estado moderno. También ha sido mencionada en obras de ficción y cultura pop, consolidando su lugar como una micronación icónica. En los últimos años, Sealand ha reforzado su presencia digital, ofreciendo ciudadanía simbólica en línea y promoviendo su historia como un ejemplo de resistencia, creatividad y autodeterminación.

ÁNGELA URREA PARRA
NOTICIAS CARACOL