Habían sido rescatados por humanos en condiciones críticas de desnutrición, lograron sobrevivir y, lo mejor, volver al océano sin sufrir un largo cautiverio.
Unos cuantos metros separaban la caja de madera que llevaba a los animales de regreso a su inmenso hogar: el mar. Una vez se abrió la compuerta, salieron con un entusiasmo contagioso.
Los dos lobos marinos corrieron hacia su mundo, ese del que se habían alejado después de que casi murieran por falta de alimento en las costas argentinas.
La fundación Mundo Marino los rescató y acompañó en su proceso de recuperación, evitando al máximo la interacción con humanos, para poderlos regresar de nuevo a su hábitat.
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