Ser madre no es fácil y mucho menos en la noche, demuestra Melanie, que sacrifica su propio sueño para que sus hijos tengan noche tranquila
Son las 10 de la noche y Melanie Darnell, después de un día agitado, toma una plácida siesta. Pasa una hora y veinte minutos y se levanta de la cama. Regresa a ella con su bebé de 10 meses en los brazos y lo acuesta a su lado.
El pequeño dura pocos minutos dormido, pero después empieza lo que parece una ‘rutina de ejercicios’: bracito va, bracito viene, un puño aquí, un puño allá; gatea, se sienta y bosteza, hasta que despierta a mamá.
Aunque ella lo arrulla en su regazo, vuelve a sus travesuras. Ella trata de tranquilizarlo dándole pecho.
Cuando todo parece bajo control, hacia la 1 de la mañana, en el fondo de la habitación se oye un llanto. Se trata de su segunda hija, que tampoco logra conciliar el sueño. Otro reto para Melanie.
Transcurre media hora con la niña en sus brazos – tiempo en el que el otro bebé no deja de moverse – y la mujer se levanta para llevarla a su cama, pues parece que ya se calmó.
Regresa a su lecho para tratar de dormir otro poco, pero es una tarea imposible: ahora los puñitos pasaron a ser patadas y jalones de cabello.
Esta es una parte de la rutina nocturna de Melanie, la protagonista, que decidió registrar la actividad nocturna de una madre y enviar mensajes de apoyo a aquellas mujeres que pasan por la misma situación.
“A todas las madres cansadas que hay afuera, respiren y exhalen”, dice el mensaje y resalta que “la capacidad de satisfacer por completo las necesidades del bebé es profundamente satisfactoria”.