13 mil guerrilleros de las FARC- EP entregaron las armas, se quitaron el camuflaje y las botas pantaneras para meterse a la vida civil sin saber dónde estaban parados, cómo manejar un cajero, de qué forma pedir una cita médica o cómo comprar ropa, cosas que parecen tan elementales, pero que para ellos eran más que un reto.
Inteligencia y artillería era precisamente lo que necesitaban los combatientes para sobrevivir, para no dejarse morir en el conflicto; del resto, se encargaba el jefe del frente que les daba el uniforme, el morral, las medicinas y la comida. Acá, al otro lado, ya no había comandante y lo más apabullante o revolucionario para ellos fue que nadie, al menos en el papel, los tenía que mandar.
Un nuevo mundo, otras verdades, a eso se enfrentaron, a una vida que ni imaginaban porque los años de clandestinidad, selva adentro, montes, cambuches y de una sola doctrina no les daba margen para pensar que había otro universo, una realidad paralela a la que no tenían acceso.
Y eso hacen aquí en Tierra Grata, al norte del César, a 40 minutos de Valledupar. Van poco a poco aprendiendo todo eso que les enseñaron a odiar, a convertirlo en su enemigo, y ahora es casi su aliado.
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Ya son 7 años para ir asimilando ese impacto del que habla Fredy Escobar, un profesor y quien durante años fue uno más del partido comunista clandestino. Estuvo preso, tiene dos hijas y ahora está aquí, vestido de civil, sin armas, construyendo casas y negocios como una ferretería, una tienda con aire acondicionado y un comedor.
Con su jean, camisa negra de manga corta, mochila al hombro y sombrero campesino ha ido implementando nuevas palabras como utilidades, compra, venta, alquiler, ganancias y el negocio tiene hasta avisos y vallas publicitarias. Se le ve tranquilo, camina con soltura y va soltando anécdotas de ese conflicto que vivió en primera línea. Es crítico hacia adentro y lo expresa ahora, cuando han pasado 7 años desde la entrega de armas. Es capaz de aceptar lo que, a su juicio, fue el más grande error que cometieron las FARC- EP: El secuestro.
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A Tierra Grata, que se llama así porque la hacienda que estaba antes se le conocía de esta forma, llegaron 162 guerrilleros. Hoy, sin fusiles, ya viven 350 personas y han nacido 70 niños desde su llegada. La mayoría de ellos, van a un jardín infantil que se llama 'Pedro Pascasio', en honor al niño soldado héroe de la Batalla de Boyacá que capturó a un general español.