Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Push Noticias Caracol
Reciba nuestras notificaciones con lo último de:
Ahora no
Activar

Publicidad

Cabezote Los Informantes

Minería ilegal: los buzos que arriesgan su vida cada día en busca de un gramo de oro

Los Informantes estuvo en las profundidades de la minería ilegal en el Bajo Cauca antioqueño y conoció a los hombres anfibio que bucean en la oscuridad de los ríos detrás de un gramo de oro.

Minería ilegal los buzos que arriesgan su vida cada día en busca de un gramo de oro.jpg

Hay trabajos de trabajos y la gente hace lo que puede para ganarse la vida. Los buzos del oro se juegan su salud todos los días mientras bucean en las profundidades de las aguas negras del río Nechí, con una manguera en la boca, arañando el suelo para ver si es su día de suerte, encuentran una pepita de oro y no tienen que volver mañana. La minería ilegal con el agua al cuello.

Durante el agitado paro minero, Los Informantes llegó hasta el Bajo Cauca antioqueño y navegó las oscuras aguas de una problemática que ya es una bomba de tiempo, se calcula que hay unos 37.000 mineros informales y de esos, un grupo de hombres arriesgan su vida en las profundidades del río Nechí, bucean a manguera y pulmón sin ver absolutamente nada de nada y revuelcan las entrañas del río con la esperanza de pescar su futuro.

Tomás Antonio Segura es un cocinero que trabaja como buzo, pero no es un buzo convencional, ni si quiera está certificado, es un buzo de aguas profundas y oscuras que a ciegas y de manera artesanal busca oro en el río Nechí, en pleno Bajo Cauca Antioqueño.

Dejó su profesión de cocinero, cambió su uniforme de chef por una careta vieja que lo único que hace es protegerle los ojos del lodo porque donde trabaja no ve absolutamente nada. Le va mejor buceando, buscando oro y por eso prefiere atar su vida a una manguera que le suministra aire en las profundidades del Nechí que a una prometedora carrera en un restaurante de renombre

Publicidad

Tomás nació en una zona que ha sido alimentada durante décadas por la minería de oro, pero llena de pobreza. A diferencia de un buzo profesional, no tiene tanque de aire, regulador, aletas, el aire lo toma de una manguera que está conectada a un compresor que tiene la draga y el único traje de neopreno que hay no le sirve. Su uniforme es una pantaloneta y una camiseta manga larga. Su oficina es una piscina pantanosa a 14 metros de profundidad que hicieron a punta de retroexcavadora desviando aguas del río Nechí. En medio de esta tierra de conflictos, Tomás y miles de personas como él luchan cada día por ganarse la vida.

Tomás y otros 37.000 mineros de esta región se hacen llamar informales, aunque las autoridades los tachan de ilegales por no tener las condiciones para acceder a un título minero. Para ellos, la minería es una forma de vida que les da sustento y esperanza.

Publicidad

Su trabajo lo hace en medio de dos dragas que parecen pequeñas comparadas con las gigantes que uno ve en el río. En las dragas está el compresor de donde sale la manguera que va conectada a su boca. A pesar de las dificultades, él encuentra consuelo en su oficio, lo ve como un juego, ya que lo aprendió desde que era un niño.

Para ser testigos de cómo desde niños muchos hombres aprenden a no ahogarse en un vaso de agua, viajamos hasta el límite entre Antioquia y Córdoba para ver cómo se busca oro en aguas profundas. Primero llegamos a Caucasia. Era la época del paro minero y no había mucho movimiento. Al siguiente día en la madrugada, aún de noche, salimos rumbo a El Bagre para después de una hora y media de viaje llegar al embarcadero.

  • Publicidad