Un hombre, que aún no ha sido identificado, hizo estallar los explosivos que llevaba consigo durante los cortejos fúnebres.
Attulá Khogyani, portavoz del gobernador provincial de Nangarhar, donde se produjo el ataque, y Najib Kamawal, director de Salud de esa provincia, confirmaron este nuevo balance, tras haber divulgado otros dos previos en el que daban cuenta de seis y luego de doce fallecidos.
"Todas las víctimas son civiles", agregó Khogyani, agregando que el ataque se produjo hacia las 01:30 p. m. de este 31 de diciembre.
El atacante irrumpió en el funeral de un exgobernador del distrito de Haska Mina, que había fallecido hacía poco por causas naturales.
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Unas fotos divulgadas en Twitter y Facebook, supuestamente tomadas en el lugar de los hechos, mostraban prendas de ropa y zapatos esparcidos sobre charcos de sangre.
En otras imágenes aparecían cuerpos yaciendo sobre la sangre y una negra humareda elevándose hacia el cielo.
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Los asistentes al funeral, ancianos en su mayor parte, escaparon aterrorizados del lugar.
De momento, nadie reivindicó el ataque, que se produjo días después del asalto de un centro cultural chiita de Kabul, reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI), que dejó 41 muertos y más de 80 heridos.
Este atentado siguió a otro ocurrido el día de Navidad, también reivindicado por el EI, cerca de un complejo de la agencia de inteligencia afgana en la capital del país, Kabul, que costó la vida a seis civiles.
El EI, que llegó a Afganistán en 2015, tiene una fuerte presencia en la provincia de Nangahar, situada en el este de Afganistán y fronteriza con Pakistán.
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Aunque la mayor parte de los ataques de Afganistán sigan siendo obra de los talibanes, los yihadistas de EI han incrementado su actividad en el último mes.
Así, mientras que el EI ha multiplicado los atentados en ese país, los talibanes han aumentado sus ataques contra las fuerzas de seguridad.
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El año 2017 fue particularmente letal para los civiles afganos y dejó uno de los balances de víctimas más altos desde la caída de los talibanes, en 2001, cuando desembarcó una coalición internacional dirigida por Estados Unidos que abandonó el país en 2014.
Más de 8.000 civiles murieron o resultaron heridos en el conflicto durante los nueve primeros meses del 2017, según la misión de la ONU en Afganistán (Manua).