Un cazador de Oregon, Estados Unidos, murió a causa de las heridas ocasionadas por un ejemplar macho de ciervo canadiense.
Mark David, como fue identificado, salió de caza en los terrenos que eran propiedad de un amigo. En su travesía, alcanzó con un flechazo al ciervo, que no cayó de inmediato sino que alcanzó a huir.
Confiado en que el ejemplar sucumbiría por la herida, dejó para el día siguiente la búsqueda del cadáver. Además, había oscurecido.
Todo parecía indicar que, efectivamente, el animal había muerto, pues lo halló tirado. Quiso recoger el supuesto cadáver, pero el animal seguía vivo y tuvo las suficientes fuerzas para asestarle una cornada mortal.
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Aunque su compañero, el dueño de los predios, quiso prestar ayuda, no hubo nada que hacer.
El ciervo no contó con suerte, pues tras dar aviso a las autoridades, estas decidieron sacrificarlo y donar su carne.