Las familias de Bindu Ammini y Kanaya Durga les dieron la espalda desde su histórica hazaña contra una tradición milenaria en India.
Bindu y Kanaka fueron las primeras mujeres en edad fértil que entraron al templo Sabarimala.
Vestidas de negro y cobijadas por la noche, las dos mujeres pasaron los retenes de devotos alrededor del templo Ayyappa en Sabarimala, en el estado de Kerala (sur de India), y se recogieron poco antes del alba el 2 de enero. Su gesto disparó violentas manifestaciones en esta región en las que más de unas mil personas fueron detenidas.
Su acto las colocó en el lugar de pioneras para los defensores de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, pero al mismo tiempo las obligó a pasar a la clandestinidad debido a las amenazas en su contra. Ayudadas por una red de amigos y apoyos tuvieron que huir.
Cuando AFP se reunió con ellas en un lugar secreto por razones de seguridad, ya habían pasado por diez refugios en menos de dos semanas y se disponían a partir al día siguiente a un onceavo lugar.
Para poder llegar a dar con las mujeres hay que pasar por una serie de intermediarios, cambiar de coche y apagar los teléfonos celulares.
"Quería ejercer mi derecho como creyente, es todo", contó Kanaka Durga, funcionaria de 39 años. "Era un paso adelante para reforzar la igualdad de sexos".
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'Peregrinas como las otras'
El templo de Sabarimala se convirtió en la nueva línea de frente para los derechos de las mujeres en India.
Este santuario, uno de los más sagrados del hinduismo, fue objeto de veinte años de lucha en los tribunales por la prohibición de que las mujeres en edad fértil, entre 10 y 50 años, puedan ingresar. Las mujeres de esa edad son consideradas impuras en esta sociedad conservadora y patriarcal.
La batalla terminó a fines de septiembre cuando la Corte Suprema india declaró esta medida discriminatoria. La instancia judicial autorizó a todas las mujeres a ingresar al templo, situado en la cima de una colina y cuyo acceso necesita varias horas de caminata.
Pero la fuerte oposición de los tradicionalistas, apoyados por el partido nacionalista hindú del primer ministro, Narendra Mori, transformó el lugar de peregrinación en fortaleza. Se impidió el acceso a las mujeres que intentan llegar a Sabarimala.
Bindu y Kanaya se conocieron en las redes sociales tras la decisión de la Corte Suprema. Figuraban entre las numerosas mujeres que querían entrar al templo hasta que reabrió sus puertas en el otoño, por primera vez tras el fallo de los jueces, pero tuvieron que abandonar la idea por la violencia.
El 2 de enero, cuando lograron ingresar, "los verdaderos creyentes no nos hicieron problemas. Nos detuvimos para tomar algo en el camino y se portaron como si fuésemos peregrinos como los otros", cuenta Ammini, profesora de derecho de 40 años.
"Fue solo un puñado de personas con motivaciones políticas los que nos crearon problemas", dijo.
"La policía hizo lo necesario para que salgamos en seguridad. Pero después no quisimos implicarlos, así que nos las arreglamos por nuestra cuenta", agregó Kanaka Durga.
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Familia
Las dos mujeres esperan poner fin a su huida en los próximos días y volver a una vida normal. Pero van a tener antes que nada que enfrentar un nuevo enfado, el de los miembros de sus familias.
"Tengo el apoyo total de mi familia con la excepción de mi madre, que cree sinceramente que no debería haber roto la tradición", declaró Ammini. "Pero sé que se inquieta por mí, respeto su derecho a tener una opinión diferente".
Durga por su parte no había anunciado a su familia que iría a Sabarimala: "si se lo hubiese dicho, habrían hecho todo para bloquearme. Dado que no les avisé, hay fricciones, pero pienso que será solo temporal".
"La mayoría de la gente está conmigo, y eso me alienta", agregó.
Unas horas después del peregrinaje, que tuvo una importante repercusión en el país, el sacerdote del templo de Ayyappa procedió a hacer ritos de purificación del lugar.
Algunos responsables del partido Bharatiya Janata (BJP), de Narendra Modi, en el poder en Nueva Delhi, acusaron a Ammini y a Durga de ser anarquistas y antihindúes, lo que rechazan.
"No fuimos las primeras en intentar entrar en Sabarimala. Muchas mujeres intentaron antes, pero no lo lograron", dice Durga.
“Soy una creyente que siempre quiso venerar Ayyappa en el templo de Sabarimala”, agrega.
Updated: enero 14, 2019 03:28 p. m.