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Shawn Marshall pasó gran parte de su vida mirando rieles y locomotoras, fue maquinista, pero su verdadera fascinación estaba en conocer más sobre el espacio. A los 52 años, tras luchar durante años contra una enfermedad pancreática, Shawn falleció en febrero. Antes de morir, dejó un deseo poco común: que sus cenizas fueran enviadas al espacio.
Su esposa, Annette Marshall, de 53 años, decidió convertir ese anhelo en realidad, aun cuando parecía una promesa imposible. La despedida no fue un entierro tradicional ni una ceremonia discreta, fue un lanzamiento a la estratósfera, a más de 36.500 metros de altura, realizado el pasado 5 de junio desde Inglaterra por la empresa Aura Flights, especializada en este tipo de rituales espaciales.
Annette recuerda a Shawn como un hombre sociable, vivaz, curioso, muy distinto al paciente frágil en el que la enfermedad terminó por transformarlo. Antes de que su salud se deteriorara, hablaba con frecuencia de planetas, estrellas, órbitas y constelaciones. No era científico ni astrónomo, pero tenía una fascinación auténtica por el universo.
“Era un gran amante del espacio. Siempre hablaba del sistema solar; le interesaba. Decía que quería que miráramos las estrellas y lo recordáramos”, relató Annette en entrevista con el diario británico Daily Star. Aquellas frases, que durante años parecieron solo comentarios románticos o sueños lejanos, cobraron un peso distinto cuando Shawn empezó a entender que su tiempo se agotaba.
Tras su muerte, Annette decidió investigar si aquel deseo podía cumplirse de verdad. Contra todo pronóstico, descubrió que no solo era posible, sino que ya existían empresas dedicadas a enviar cenizas humanas a las capas superiores de la atmósfera.
La búsqueda la llevó hasta Aura Flights, una empresa británica fundada por los ingenieros Chris Rose y Alex Baker, quienes comenzaron enviando objetos al espacio como parte de sus proyectos universitarios en la Universidad de Sheffield. Aquella iniciativa académica terminó convirtiéndose en un servicio real para personas que buscan despedidas fuera de lo convencional.
La empresa utiliza globos estratosféricos de alta tecnología que transportan pequeñas urnas con restos cremados, acompañadas de cámaras que registran todo el recorrido. Los globos ascienden hasta más de 36 kilómetros de altura, un punto donde la atmósfera es apenas una franja azul, el cielo se vuelve profundamente negro y la curvatura de la Tierra se hace visible. “Tenemos esa fantástica vista de la Tierra desde el espacio: la delgada línea azul de la atmósfera, la negrura del espacio y esa pronunciada curvatura del planeta abajo son bastante especiales”, explica Chris Rose.
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Actualmente, la compañía lanza entre dos y tres “pasajeros” por semana. Aunque el término suene poético, Rose aclara el componente físico del proceso: una pequeña porción de las cenizas continúa ascendiendo impulsada por la energía cinética, pero la mayor parte permanece bajo la influencia de la gravedad terrestre. “Es justo decir que nuestros pasajeros, durante un período prolongado, eventualmente viajarán por todo el mundo y regresarán en forma de lluvia o copos de nieve”, señala el ingeniero, describiendo un ciclo casi filosófico: polvo que sube al cielo para luego volver a la Tierra.
El servicio tiene un costo de 3.950 libras esterlinas, una cifra cercana a los 20 millones de pesos colombianos. Para poder cubrirlo, Annette organizó una campaña de donaciones en la plataforma JustGiving. Amigos, familiares y personas conmovidas por la historia ayudaron a reunir el dinero necesario. Finalmente, el 5 de junio, las cenizas de Shawn fueron lanzadas hacia el cielo. Mientras el globo se elevaba, comenzaba también una despedida distinta a todas las demás.
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Por razones de seguridad, los familiares no pueden asistir físicamente a los lanzamientos. Sin embargo, Aura Flights entrega un video completo del viaje, desde el ascenso del globo hasta las imágenes de la Tierra vista desde la estratósfera. Para Annette, ese registro fue mucho más que un recuerdo visual, fue una forma simbólica de acompañar a Shawn en su último trayecto. “Siempre miro hacia arriba, porque sé que Shawn está allá arriba, en el cielo”, expresó.
*Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Noticias Caracol.