Los primeros nombramientos de Moon Jae-in tienen como tarea buscar la paz de la península. Como vicepresidente encargó a un periodista de corte liberal.
Moon, de 64 años y más bien de izquierda, es un veterano defensor de los derechos humanos, y ya había expresado que era favorable a un acercamiento menos conflictivo con el norte, frente a la postura rígida de la destituida Park Geun-Hye.
Tras ganar unas elecciones anticipadas debido a la salida de Park tras el juicio en su contra por corrupción, Moon prometió tras jurar como presidente que iba a trabajar por la paz en la península.
"Si es necesario voy a viajar a Washington inmediatamente", dijo en relación a la subida de las tensiones por el programa armamentístico de Corea del Norte. "Yo voy a ir a Pekín y Tokio e incluso a Pyongyang si las circunstancias son adecuadas".
Moon se enfrenta a una delicada tarea diplomática con Corea del Norte, que sueña con poner en marcha un misil capaz de llevar un ataque en Estados Unidos y que ha colocado a Seúl al alcance de su vasta artillería.
Paralelamente, Seúl está atrapado en una disputa con Pekín a propósito de un escudo antimisiles estadounidense, en un momento en que los desacuerdos históricos le enfrentan a Japón, antiguo ocupante colonial.
En el ámbito interno, Moon se enfrenta a numerosos desafíos, el principal de ellos las consecuencias del escándalo de corrupción que le valió el puesto a su predecesora conservadora Geun-hye. Aunque ha ganado las elecciones con facilidad, el país está profundamente dividido.
Updated: mayo 10, 2017 10:18 a. m.