El papa Francisco hizo hoy balance del 2015 y pidió no olvidar los "muchos días marcados por la violencia", pero tampoco los "grandes gestos de bondad" que, a su juicio, "no deben ser ensombrecidos por la prepotencia del mal".
Lo dijo durante la celebración de las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, una ceremonia solemne celebrada en la basílica de San Pedro y en la que se entonó el "Te Deum" de acción de gracias por el año que pasa.
"No podemos olvidar que muchos días han estado marcados por la violencia, la muerte, los indecibles sufrimientos de muchos inocentes, de refugiados obligados a abandonar sus países, de hombres, mujeres y niños sin un hogar estable, sin comida o sustento", manifestó el pontífice en su homilía.
Por otro lado, llamó a recordar los "grandes gestos de bondad, amor y solidaridad que han llenado las jornadas de este año", aunque, según recalcó Bergoglio, "no se han convertido en noticia para los informativos".
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"Estos gestos de amor no pueden y no deben ser ensombrecidos por la prepotencia del mal. El bien siempre vence, aunque en algunos momentos pueda parecer débil u oculto", aseguró.
En este último día del año, según el papa argentino, es preciso "verificar si los hechos del mundo se han producido según la voluntad de Dios o se ha atendido prioritariamente a los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita".
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En calidad de obispo de Roma, también repasó la situación que ha vivido la capital italiana en los últimos doce meses, marcados por casos de corrupción y mafia y por una acuciante crisis política que derivó en la disolución de su propio ayuntamiento.
"Que el compromiso para recuperar los valores fundamentales de servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado este año y que son síntoma del escaso sentido de la dedicación por el bien común", exclamó.
Lo hizo ante diversas autoridades de la capital italiana, como el alcalde en funciones, Francesco Paolo Tronca, que acudieron a la misa.
La ceremonia comenzó a las 17.00 local (16.00 GMT), cuando el papa, ataviado con paramentos blancos, propios de este periodo, besó una representación del Niño Jesús ubicada a los pies del altar mayor al tiempo que el coro de la basílica entonaba "Noche de Paz".
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Tras su homilía, Francisco permaneció varios minutos arrodillado en el altar papal, en señal de adoración ante el ostensorio con la hostia consagrada.
Al término de la misa, el pontífice salió de la basílica mientras el coro cantaba el "Adeste fideles" para dirigirse a la plaza de San Pedro y rezar ante el Portal de Belén y el abeto instalados durante el periodo navideño.
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A su llegada a la plaza, abrigado con un largo chaquetón blanco y escoltado por varios guardaespaldas, fue recibido por decenas de fieles y curiosos, que corearon su nombre.
Francisco, después de rezar en silencio ante las esculturas, accedió dentro del Portal para adorar al Niño y, posteriormente, se acercó con curiosidad a la figura que representa a un pastor que ayuda a otro, que se encuentra tendido en el suelo.