Una enfermera gestionó todo al conocer que la pareja, que llevaba 15 años de relación, no había tenido ni dinero ni tiempo para la boda.
John Wright es un médico epidemiólogo que dirige el Instituto de Investigación de la Salud de Bradford, en Inglaterra, y está consignando un diario para el diario BBC , en el que reportó la situación de la que fue testigo la enfermera Sophie Bryant-Miles.
Esta joven, recién graduada, conoció la historia de la pareja. Junto a un hombre que recibía cuidados paliativos estaba su prometida. Después de una charla, descubrió que ellos llevaban 15 años de noviazgo, pero por distintas circunstancias no habían podido unirse.
A la enfermera se le ocurrió organizar una ceremonia y se alió con el capellán del hospital, quien accedió a unirlos religiosamente. Cuenta la misma enfermera que, además de ingeniarse unos anillos con papel aluminio, decidieron contactar a la hija de la pareja a través de Facetime para que presenciara la boda.
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“Ella sabía que él tenía solo unas horas más de vida, y creo que ambos sentían que esto sería lo último que podrían hacer juntos. Al menos tendrían este recuerdo final juntos”, dijo Sophie, según lo recopilado por el doctor Wright.
No hubo trajes de smoking, tampoco un vestido de cola extensa. En cambio, tanto los invitados como los novios usaron trajes de bioprotección, tapabocas y mascarillas.
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La mujer casi no puede decir sus palabras, pues las lágrimas le cortaban el discurso. El paciente enfermo tampoco pudo pronunciar muy bien su discurso, pues su respiración estaba afectada por la enfermedad.
El casamiento se logró, pero horas después se cumplió aquella cita religiosa: “hasta que la muerte los separe".
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