Con un mercado popular campesino, la Alcaldía del Atrato, Chocó, y otras instituciones apoyaron con sus compras a más de 100 productores y emprendedores, y les entregaron herramientas para mejorar su labor.>>> También le puede interesar: Jóvenes emprendedores producen cacao y montan empresa de chocolate en zonas de conflictoJuliana Moreno es una de las emprendedoras beneficiadas. Los productos que trajo desde su finca, que está a una hora de camino a Yuto, los vendió todos.“Me gusta la agricultura, me da para comer y para vender; entonces, ese es mi sustento, es la forma de subsistir”, aseguró Juliana.¿Qué le pide la alcaldesa del Atrato a los habitantes de ese municipio?La alcaldesa del Atrato, Ana Milena Hinojoso, manifestó que “para que nuestros productores tengan una motivación, nosotros ya sabemos que la ruta es esta: volver al campo, porque la minería ya nos está dando poco en la región”.Las mujeres rurales en el departamento del Chocó son el motor que impulsa el desarrollo de sus comunidades.Nelly Perea Ledezma, rectora de la Institución Educativa de Samurindó, explicó que “se les está enseñando a los muchachos a que potencien y puedan explotar toda esa riqueza que les ofrece su comunidad, para que ellos allí saquen productos que les permita avanzar, seguir creciendo como personas y como profesionales”.Por su parte, Sisney Palacios Ríos, estudiante de la Institución Educativa Samurindó, destacó que este es el reconocimiento “por el esfuerzo que los campesinos pasan y también porque es la cultura que los identifica un poco como personas”.A pesar de los desafíos que enfrentan las mujeres rurales en el Chocó, ellas no se rinden, se organizan en asociaciones para defender sus derechos, fortalecer sus economías y mejorar sus condiciones de vida.>>> También puede leer: Historia de tres proyectos innovadores que dan ejemplo de sostenibilidad en Colombia
Después de caminar una trocha de cuatro kilómetros se llega al corregimiento de Motoldó, en el municipio del Atrato (Chocó). Allí se evidencia que ni la escuela ni la población como tal tienen acceso a internet ni señal de celular y mucho menos cuentan con los profesores suficientes para enseñarles a más de cien niños que aquí habitan.Pero uno muy especial sí lo hace: Yesid Córdoba. El profe, como le dicen cariñosamente, atraviesa el agreste terreno con tal de llegar a tiempo para dar sus clases en Motoldó.Sus estudiantes lo esperan con las guías de inicio del año.A Córdoba no le toca fácil, pues entre las 7:00 a.m. y 1:00 p.m. enseña siete materias. Aunque aquí no conocen de computadores, él igual les explica desde el papel cómo usarlos. Quienes tienen el lujo de poseer un celular deben ir hasta la loma a ver si consiguen señal. Por eso piden urgente una antena.En Motoldó, sus habitantes están agradecidos con el único profesor que hasta ahora desafía la trocha para enseñarles a todos.“Él es un profesor bastante aplicado, se esfuerza para enseñarle a sus alumnos”, dice Karen Rentería Serna, quien quiere aprender a leer y escribir.Entretanto, el profesor Córdoba sostiene que son muchos los niños talentosos que esperan una oportunidad para seguir creciendo.“Ministerio de las TIC, ayúdenos por favor en esta comunidad que tanto necesita”, clama el maestro.El profe finaliza diciendo que la falta de equipos e internet son la principal causa de deserción escolar en esta región del Atrato chocoano.YTEl profesor que desafía la selva, la trocha y la inequidad para dar clases en ChocóDespués de caminar una trocha de cuatro kilómetros se llega al corregimiento de Motoldó, en el municipio del Atrato (Chocó). Allí se evidencia que ni la escuela ni la población como tal tienen acceso a internet ni señal de celular y mucho menos cuentan con los profesores suficientes para enseñarles a más de cien niños que aquí habitan.Pero uno muy especial sí lo hace: Yesid Córdoba. El profe, como le dicen cariñosamente, atraviesa el agreste terreno con tal de llegar a tiempo para dar sus clases en Motoldó.Sus estudiantes lo esperan con las guías de inicio del año.Educación en Colombia, Chocó, Atrato
El aguacero que por ocho horas cayó en la comunidad indígena de Chintadó en Riosucio, Chocó, provocó el desbordamiento del afluente. Sus habitantes quedaron en medio del agua y claman por ayuda.“Por favor, que las autoridades competentes nos ayuden con alimentación, estamos en el agua, los cultivos de pancoger también”, dijo uno de los damnificados.En la comunidad de Santa Cruz la situación es la misma y el agua del río Tumaradó está a pocos centímetros de entrar a las viviendas. La Oficina de Gestión del Riesgo de Desastres mantiene la alerta naranja por nuevas crecientes y eventuales inundaciones.“El caudal del río está ascendiendo y lo que nos ha pronosticado el Ideam es que va a seguir subiendo”, aseguró Jorge Durán Moya, coordinador de Gestión de Riesgo de Riosucio.En el municipio del Atrato, los corregimientos Arenal, Doña Josefa y La Molana, así como las veredas Bocas de Cascajo y Los Naranjos, sufrieron serías afectaciones debido a la creciente súbita del río Atrato. Cientos de hectáreas de cultivos se inundaron."Plantas eléctricas que teníamos, cultivos, casa, todo, perdimos todo, no tenemos nevera ni tanque para recoger agua, nada, ni agua filtrada, todo está perdido”, afirmó Senen Castillo, uno de los afectados.Juan Bejarano, alcalde del Atrato, señaló que la creciente arrasó con “la parte agrícola, la parte pecuaria y muchas viviendas”.El Ideam mantiene la alerta naranja en el departamento del Chocó y el pronóstico para las próximas horas indica que habrá lluvias, además de que podrían presentarse deslizamientos de tierra y crecientes súbitas de los ríos.
Rosita Ibargüen es una abuela de 86 años con muchas ganas de vivir. En la noche del pasado sábado 14 de noviembre, cuando se desbordó el río Atrato en el corregimiento Doña Josefa, municipio de Atrato, Chocó, Rosita luchó sola contra la creciente del río.“Me estaba hasta ahogando porque, cuando el agua me llegó a la casa, me prendí de un árbol de limón y las manos las tengo todas espinosas porque no alcanzaba a aletear en el agua. Gracias a Dios que me apoyé de un palo y de ahí me prendí”, relató.En medio de la emergencia, su nieto Jesús Antonio Pinilla Berrío llegó a socorrerla. “La creciente fue avisada, pero cuando menos pensamos fue algo que nos azotó”, afirmó.Ambos debieron subirse al techo de la casa para refugiarse y escapar del agua.“Era la parte más alta donde el río no podía alcanzar. Como estamos cerca de la orilla del río, esta fue una de las partes más azotadas por las inundaciones”, afirmó.Permanecieron ocho horas en el techo y desde allí veían cómo el agua se llevaba sus cosas. Jesús, estudiante de Trabajo Social, cuenta que perdió su computador y herramientas de estudio. Su abuela perdió sus crías de pollos y gallinas.Cuando la creciente bajó, contaron con suerte, pues una canoa fue la que, según Jesús, los “salvó de la tragedia, de la inundación, del desbordamiento del río el Atrato”.Alcanzaron a recoger lo poco que no se había llevado el río.“La ropa, lo que pudimos salvar, que se nos mojó. En estos momentos estamos organizando para ver qué podemos salvar de las cosas que se nos mojaron”, dijo Jesús.El joven grabó su historia para contarle a Colombia que Chocó está en crisis por el invierno y que esperan que no los echen al olvido.La mitad del departamento ha sufrido por la ola invernal y más de 40.000 personas están damnificadas.
En el corregimiento Boraudo, en Lloró (Chocó) se reflejan los estragos de las fuertes lluvias. Allí, más de 300 familias damnificadas amanecieron este lunes festivo bajo el lodo.“Todo es una pérdida total, se mojó todo, pero ahí estamos recuperando lo que más podamos”, dijo Rafael Mosquera, habitante de la zona.Hasta este lugar se desplazó el gobernador del Chocó, Ariel Palacios.“Aquí lo que tenemos que hablar es de la reubicación de este corregimiento es algo que la gente ha venido pidiendo al Gobierno nacional y departamental desde hace mucho tiempo, ya que esto es recurrente”, señaló.Asimismo, en un terreno baldío se convirtió el hogar de una humilde familia en el corregimiento Arenal, en el municipio de Atrato. Allí, los pocos guayacanes que quedaron en pie evidencian la furia del río.“Solo les quedó una parte del piso, el resto fue arrancado con todo, después de sobrevivir años de inundaciones del río Atrato”, comentó un ciudadano mientras grababa el desolador panorama.El invierno en Chocó ha dejado más de 40.000 damnificados, 28 viviendas destruidas, 27 afectadas, 3 puentes averiados, 3 vías terciarias afectadas y una nacional bloqueada.“Hoy, algunas familias lo han perdido todo, literalmente”, aseguró Dávinson Ibargüen, líder juvenil de Arenal al anotar que “ha sido un desastre total por la naturaleza”.El coronel Fernando Ortiz, delegado de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, indicó que se está “haciendo una verificación en cada uno de los sitios donde se generó la emergencia, teniendo en cuenta que hay unos municipios mayormente afectados como Lloró”.
El equipo de Colombia 2020 de El Espectador, con apoyo de la embajada de Alemania, hizo un recorrido por el Medio Atrato para evidenciar que, a pesar de la orden emitida hace tres años, su recuperación va a paso lento y la pandemia no ayuda en este propósito.El río Atrato es la arteria más importante del Pacífico, con una extensión de 752 kilómetros que acompaña a comunidades afrodescendientes e indígenas.La minería ilegal sigue causando el mismo estrago en el río, pese a los operativos del Ministerio de Defensa para destruir las máquinas que usan ilegalmente.La basura continúa flotando en tramos del caudal y sus aguas han sido testigo del conflicto armado.“Se han picado las personas y se desaparecen los cuerpos para que se consuman al fondo del río Atrato”, dice uno de los líderes de la región.