Una ciudad de contrastes, eso es Cartagena. El Centro Histórico es un icónico lugar que atrapa por su arquitectura, su gastronomía y también su música. Pero una realidad muy distinta se vive o sufre al otro lado de la capital de Bolívar.
Olaya Herrera es un barrio con muchas dificultades: inseguridad, pobreza, hambre. Jóvenes de la zona explican que muchos niños y adolescentes no tienen aseguradas sus tres comidas diarias.
Y hay olvido, mucho olvido. Así lo reclama don Francisco ‘Bigotes’, profesor de uno de los deportes que mueve el alma de estos niños, el fútbol.
“Olaya Herrera es un sector de pocos recursos. La gente más bien vive del rebusque y hay demasiada delincuencia”, dice don Francisco ‘Bigotes’.
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Su trabajo es genuino y su única recompensa es salvar a estos pequeños de los males que aquejan las calles del barrio.
“Que la sociedad los vea como unos niños de bien, sin ánimo de lucro. No se les cobra mensualidad, porque es muy difícil en Cartagena”, explica el entrenador.
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¿Pero dónde están los que tienen que contribuir a estos proyectos?
“En 17 años no han hecho nada con Olaya Herrera. Vienen, visitan, hablan, prometen y nada”, recalca don Francisco.
Cartagena es una ciudad que enamora por su belleza, gente y ambiente, pero también preocupa y entristece por su amarga y pronunciada pobreza.