El Bus Colombia llegó hasta Barranquilla, capital del Atlántico. Allí Andrea Romero, Rubén Terán, Gendy Iglesia, Jovana Velasco y Ces Badillo hablaron, y polemizaron, sobre temas como la igualdad en el acceso a la educación, las oportunidades para los sectores menos favorecidos, la protesta social y lo que piensan de los políticos.
“En Barranquilla, que tenemos los mejores colegios públicos de toda Colombia, se gradúan 15.000 estudiantes cada año y solo 1.700 pueden entrar a una universidad pública”.
“Son muy pocos los que acceden a la Universidad del Atlántico; para entrar, tienes que tener una muy alta clasificación del Icfes, entonces nos remontamos a cómo es la situación de la educación básica media. Se deben igualar las situaciones de los estudiantes”.
“No es que no exista una oferta educativa, sí la hay, pero viene medida por ciertos factores socioeconómicos, culturales y de ubicación. Hay una diferencia muy marcada por lo que entendemos como el norte social y el sur social”.
“Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. Estamos en el top 3: Angola, Haití y Colombia. Las mujeres ganan menos, si hablamos de las comunidades indígenas, pues, completamente olvidadas, si hablamos de los territorios periféricos, peor aún”.
“Hay zonas donde no llega la institucionalidad ni siquiera la información. En el escritorio suenan muy lindas, ¿pero cómo hacemos que esa oferta llegue de verdad a la sociedad?”.
“En la zona sur no contamos con oportunidades, con centros institucionales para que la gente estudie. Las personas que viven en esa zona no tienen la facilidad de pagar un transporte para venir a la zona norte a estudiar”.
“En los barrios del sur, ¿su ciudadanía es de segunda clase?”.
“Me duele ver como muchos de los sectores sociales satanizaron, demonizaron, la protesta social, cuando era legítima. En Barranquilla, la gente se muere de hambre. Si en Barranquilla, que es la tercera ciudad del país, tenemos una seguridad alimentaria tan paupérrima, ¿qué se deja para La Guajira, donde sí se mueren de hambre, o el Chocó?”.
“El paro fue una forma legítima de decirle al Gobierno lo que realmente está sucediendo y es que los jóvenes no nos podemos quedar callados. Los jóvenes somos el cambio. Y si no podemos demostrarlo dentro de las urnas, porque muchos somos menores de 18 años, debemos demostrarlo de otra forma".
“La información que nos quedó es que el Gobierno es el que se encarga de vandalizar la protesta, que la mayoría de la gente que protestábamos, que marchábamos, lo hacíamos de forma pacífica".
“Como jóvenes, no podemos decir que la protesta, realizada por jóvenes, fue un acto de vandalismo”.
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