
Han pasado dos años desde que, durante su posesión, Iván Duque advirtió que las ‘mermeladas’ entre los poderes Ejecutivo y Legislativo se acabarían.
“Vamos a trabajar con el Congreso de la República, pero sin dádivas, sin prebendas, sin canonjías, sin acuerdos burocráticos, sin mermelada”, sostuvo.
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Con esa sentencia, trazó la hoja de ruta que quería para su gobierno: un paquete anticorrupción que incluía la protección a los recursos para el programa de alimentación escolar y los de la contratación pública en infraestructura, una reactivación económica para aliviar las cargas a las empresas, la eliminación del narcotráfico como conexo al delito político y la cadena perpetua para violadores y asesinos de niños.
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Gabriel Velasco, senador del Centro Democrático, dijo que aunque inició con retrasos “se ha venido fortaleciendo y se han logrado aprobar importantes iniciativas en el plano anticorrupción”.
Pero la postura del partido de Gobierno contrasta con la de la oposición, conformada por la Alianza Verde, Colombia Humana, Polo Democrático y Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, que cuestionan, entre otras cosas, las acciones en materia de seguridad.
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“El asesinato de líderes sociales lo demuestra, tenemos la política antidrogas del siglo pasado con más glifosato”, subrayó Angélica Lozano.
Hasta ahora tampoco han visto la luz dos apuestas del presidente: la reforma política y la reforma a la justicia.
Para Yan Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, “hacer política sí es negociar y hacer acuerdo. No necesariamente eso está mal, si se hace de manera transparente se puede hacer, y el presidente se desgastó con esta visión totalmente negativa de la mermelada y eso finalmente no le permitió avanzar mucho en el tema legislativo”.
Para el analista político Carlos Arias, analista político, Duque también se equivocó “en nombrar una serie de perfiles técnicos poco políticos y con muy poca experiencia en el manejo del Congreso. Intenta corregir el rumbo, pero esa corrección de rumbo la hace tardíamente”.
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Pero al presidente Duque se le atravesó una piedra en el camino que cambió su programa: la pandemia del COVID-19, de la que espera salir airoso para cumplir con otros de sus propósitos como la reforma a la justicia.
El coronavirus, no obstante, no fue obstáculo para conseguir la reforma constitucional que da vía libre a la cadena perpetua para violadores y asesinos de niños.