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Fiestas de todo tipo y en cualquier sitio, rumbas en las calles, en discotecas y hasta las famosas sancochadas, lo que pretendía evitarse el 24 de diciembre ocurrió en la noche del 26 en el Valle de Aburra.
“Se intervinieron 366 fiestas en el área metropolitana, de las cuales 309 eran de Medellín”, comentó el coronel Daniel Mazo, comandante de la policía del Valle de Aburra.
Los indisciplinados esperaron a que se terminara el toque de queda, como si el COVID-19 tuviera horario. Allí muy pocos usaban tapabocas o guardaban el distanciamiento social.
“Las sanciones que se aplicaron fueron dos comparendos, el resto se logró a través de la mediación. La invitación es a que las personas estén en su casa. Muchos que al ver que ya iba la Policía de inmediato apagaban la música, cerraban, entraba en la olla del sancocho y se retiraban de lugar”, complementó Mazo.
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Pero en las unidades de cuidados intensivos no hay nada que celebrar. Antioquia se mantiene en alerta roja hospitalaria y el personal de la salud teme que, ante un repunte contagios, el sistema de salud colapse.
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Aseguran que no pueden garantizar una atención temprana si continúa la indisciplina.
“Si seguimos con esta indisciplina social, organizando fiestas, no usando el tapabocas, acudiendo a aglomeraciones de personas, vamos a tener la situación de que no podemos cumplir con ese compromiso social de que haya camas de cuidado intensivo para quien las solicite”, dijo Carlos Valdivieso, presidente del Colegio Médico de Antioquia.
Agregó que por cada 5 personas que llegan a una UCI, solo dos consiguen salvar su vida. En Antioquia hay 292 camas disponibles de las 1250 con las que cuenta el departamento.
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