Por años, las trabajadoras sexuales han quedado relegadas a la estigmatización de un oficio, del que no se habla y no se respeta en Colombia. Con el fin de alzar la voz de las mujeres que ejercen esta labor, nació hace tres años en Medellín la fundación Putamente Poderosas.
“Creemos que es necesario que se reconozcan los derechos fundamentales de las trabajadoras sexuales, que se reconozcan todos los derechos laborales que puede tener un trabajador en Colombia”, manifiesta Carolina Sánchez abogada y líder del proyecto.
Su función es ser un puente entre las trabajadoras sexuales, el Estado y la ciudadanía. Tienen varios proyectos que contemplan actividades culturales, donde se abren espacios de conversación.
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“Nosotros somos una conversación abierta, nosotras ponemos sobre la mesa ese tema y esa palabra que no quiere ser nombrada, nosotros resignificamos la palabra puta, nosotras nos llamamos putamente porque somos muy, mucho, bastante y algo expansivo”, señala Melissa Toro, integrante de la fundación.
Desde el año 2010, la Corte Constitucional reconoció el trabajo sexual como un trabajo digno, sin embargo, desde la organización dicen que todo se ha quedado en el papel.
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“Este es un llamado para que las autoridades, el Congreso, la administración pública inicie acciones, programas, proyectos que beneficien a las trabajadoras sexuales”, subraya Sánchez.
Desde que comenzó la pandemia, la organización ha recolectado por medio de donaciones más de 350 millones de pesos que han sido destinados a auxilios de vivienda y mercados para más de 2.500 mujeres que se dedican al trabajo sexual.
Su labor inspiró a la organización Putamente Soñadoras en ciudad de Panamá que también ha ayudado a decenas de trabajadoras sexuales y habitantes de calle.
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