Por varios meses agentes de la policía asistieron a las fiestas electrónicas de Bogotá y Medellín para poner al descubierto a un grupo de traficantes.
La misión de los infiltrados fue grabar a los jefes de una banda de narcotraficantes que, además de disfrutar la rumba electrónica, supervisaban el mayor comercio clandestino de heroína y pastillas sintéticas en Medellín. Un comercio ilegal de drogas que también grabaron en otras fiestas en bares de Bogotá.
“Es preocupante ver cómo se ha incrementado el consumo de la heroína en las principales capitales del país en este caso Bogotá y Medellín, donde los consumidores están optando por comprar esta sustancia en los principales rumbeaderos”, indicó el coronel Carlos Bueno, jefe antinarcóticos de la Policía.
Los investigadores confirmaron algo más, que a los jóvenes en esas rumbas la banda les vendía una bomba casi mortal.
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“No es heroína 100 por ciento lo que están consumiento, a esto le echan otras sustancias como quetamina que un anestésico de uso veterinario para rendir la droga y estas organizaciones tienen mayores ganancias. Los jóvenes no saben que están consumiendo”, agregó Bueno.
La red, además, camuflaba la heroína entre perros recién nacidos que movilizaban en deplorables condiciones.
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“El perrito iba en una bolsa, no estaba respirando bien, el hecho de tener contacto con la sustancia y una cantidad tan grande va a producir el efecto que, en los seres humanos, presicamente él también se enfrenta un proceso de sobredosis que lo va a matar”, aseguró el coronel.
Con los seguimientos los agentes ubicaron en Medellín el centro de operaciones de la banda.
“Logramos capturar siete personas más, ya en el final de la operación fueron capturados los dos líderes los capitalistas, los que invertían”, señaló el jefe antinarcóticos de la Policía.
En la guarida de los narcos también encontraron un arsenal que aseguran eran utilizado por su oficina de sicarios encargados de asesinar a los jóvenes que no pagaban las deudas por droga a la banda.
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