Encapuchados rompieron vallas y atacaron la Alcaldía de Bogotá, el Congreso de la República y el Palacio de Justicia.
Aunque la Plaza de Bolívar, con capacidad para unas 55.000 personas, se desbordó con la llegada pacífica de miles de ciudadanos, pasada la tarde, un grupo minoritario comenzó a vandalizar los edificios públicos.
Quitaron las polisombras que protegían las estructuras e intentaron incendiarlas. Además, quisieron meterse a la fuerza al Congreso de la República.
El Palacio de Liévano también terminó vandalizado.
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Varios manifestantes intentaron impedir que se registraran nuevos enfrentamientos entre encapuchados y Esmad, pero la anarquía se apoderó del lugar.
Al final, la Plaza de Bolívar se desocupó y los desórdenes se trasladaron a otros puntos del centro de Bogotá.
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