Los campesinos en Boyacá son personas con manos laboriosas, que cuentan historias de superación y que luchan, pese a todas las adversidades, para sacar a sus hijos adelante. Aunque no viven entre comodidades, estos padres trabajan incansablemente para que en sus hogares no les falte nada.
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Esta es la historia de Carlos Alberto Nonsoque, a quien el campo le ha dado la fuerza para ejercer su papel como mamá y papá de tres hijos, a quienes les dice “guerreros”.
Su amor ha tejido los sueños de una familia que, trabajando la tierra, ha logrado salir adelante.
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“Me tocó ser padre y madre": Carlos Alberto Nonsoque
Carlos es el ejemplo de la fortaleza y berraquera de un padre campesino que, con gallardía, asumió las riendas de un hogar que hoy está rodeado de pujanza.
“Pues me ha tocado duro y lo importante es el amor de los niños que les tengo pa seguir adelante”, subrayó este padre en su día.
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Sus hijos son Anderson Javier, de 12 años; Ángel Alberto, de 8; y Diana Rocío, de 7. Carlos afirma que ellos, sus tres pequeños, son el motor de su vida.
Desde las 4:30 de la madrugada se pone de pie, hace el desayuno, los arregla para que vayan a estudiar y, sin falta, los acompaña hasta el colegio.
Trabaja a jornal, si le va bien, logra ocuparse por lo menos 4 días de la semana. Su paga diaria es de 40.000 pesos, lo que lo obliga a rebuscarse para que no falte nada en su hogar.
“Trabaja diariamente y cada semana nos trae el mercado para nuestro alimento”, dijo Anderson Javier Nonsoque, hijo de Carlos.
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Carlos puede estar cansado, agotado y con dolor en el cuerpo por trabajar bajo el agua y el sol, pero para sus hijos siempre tiene tiempo. "A veces jugamos los domingos, jugamos a cualquier cosita, nos ponemos a jugar al balón”, comentó este papá.
La mamá y la abuela de este hombre de 36 años se convirtieron en el apoyo más fuerte en este proceso como padre y madre.
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La madre de Carlos, Rosa Tulia Espinel, destaca que su hijo “trabaja para que no les haga falta nada a los niños".
Carlos busca impulsar los sueños de sus hijos: “Que pa lante, que estudien, que eso es lo más bueno de la vida, estudiar pa salir adelante porque acá la vida en el campo siempre es dura".
La felicidad inunda el hogar de esta familia en la vereda Rominguira, en Soracá, Boyacá.
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