Son las cinco de la tarde y en pocos minutos va a anochecer, a esta hora los campesinos empiezan a preparar sus productos, los mismos que van a llegar el día siguiente a la ciudad de Bogotá.
Noticias Caracol siguió un carga de alverja en Pasca, Cundinamarca. La noche empieza a caer en la región del Sumapaz y don Pedro Pedraza espera vender su cosecha.
Son las ocho de la noche y el último camión parte desde Pasca, el precio que conocíamos del alimento cambiará radicalmente en las próximas dos horas.
El camión avanza hacia Bogotá, cerca de la medianoche llega a la mayor central de alimentos del país. Ya en Corabastos, los compradores, linterna en mano, inspeccionan el producto.
Y empieza la desigual negociación.
“Ni siquiera $200 mil ofrecen por la carga sólo $180 mil”, comenta don Pedro.
El tiempo avanza con rapidez y corren el riesgo de quedarse con el producto.
“Toca acceder a lo que digan porque qué hace uno con esa comida”, señala el agricultor.
“Ellos ponen el precio y nos toca venderla porque solamente se puede con ellos”, complementa Winder Torres.
Los compradores reconocen que son ellos los que mandan en el mercado. “¿Quién pone el precio acá?, de pronto uno mismo. Uno pone el precio de tantos bultos y a eso queda”, dice Carlos Andrés Cifuentes, intermediario de Corabastos.
Son las doce y media de la noche en Corabastos, ya se ha vendido casi toda la carga. A don Pedro le pagaron la carga a $200 mil, es decir a casi $1.000 la libra, en dos horas llegarán los nuevos compradores y este producto tendrá un nuevo precio.
Don Rigoberto Garzón compra la carga a $300 mil. Es decir, al tocar el suelo de Corabastos, los bultos tuvieron un incremento del 25%.
“El campesino es el que lleva la peor parte”, dice Andrés Molina resignado.
Ya al amanecer los carros distribuidores llevan los productos a tiendas y mercados de grandes superficies.
Noticias Caracol compró una libra de alverja en un supermercado a $2.640. Tres veces más cara de lo que recibió don Pedro, el campesino.
Updated: febrero 11, 2016 05:28 p. m.