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Desde Puerto Ayacucho, en el estado Amazonas de Venezuela, hasta Casuarito, un pequeño corregimiento de apenas 800 habitantes en el Vichada colombiano, 316 niños y jóvenes cruzan en lancha todos los días para asistir al colegio Antonia Santos, la institución que se ha convertido en un refugio educativo para quienes ven su futuro en riesgo por la crisis del vecino país.
Su viaje no es nada sencillo: navegan durante 30 o 40 por el río Orinoco y, además del miedo a los animales y el clima, pasan con el constante temor a que la lancha no logre vencer la fuerza de la corriente. Sin embargo, no se rinden: “así llueva, truene o relampaguee, uno viene para acá, las clases siguen normales”.
Los Informantes conoció a Yiliam Arboleda, un niño de apenas 7 años que confiesa con entusiasmo sus sueños: “Cuando sea grande, quiero ser un futbolista profesional, llegar a las grandes ligas y poder ser como Cristiano Ronaldo”. Con su cabello trenzado, sus ojos brillantes y su risa tímida, tanto él, como más de 300 estudiantes, asumen con valor la dureza del trayecto que enfrentan a diario.
El trasfondo de esta migración forzada está en la profunda crisis educativa que vive Venezuela. Según la Federación Venezolana de Maestros, casi el 80 % de las escuelas públicas funcionan parcialmente o con jornadas reducidas, mientras que alrededor de 200.000 docentes han abandonado las aulas desde 2015.
Mirialfri Carvajal, una joven de 16 años que también cruza a diario, reconoce que sin esa oportunidad su vida sería muy distinta. “Si yo me hubiese quedado estudiando allá, creo que no estuviera así como estoy ahorita. En el barrio muchas niñas se dedican a lo que es la prostitución, hay muchas madres a temprana edad”, explica. Para ella, el colegio Antonia Santos en Casuarito los ha rescatado de los riesgos que rodean a muchos adolescentes en su comunidad.
Y es que en el corregimiento de Casuarito, donde las calles se convierten en canales durante las crecientes y el puesto de salud apenas tiene una enfermera, el colegio pintado de amarillo y techo verde resalta como el edificio más grande del lugar.
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El colegio Antonia Santos cuenta con apenas 25 docentes y personal administrativo, pero atiende a 512 estudiantes, de los cuales 316 provienen de Venezuela. Allí reciben clases de primaria, bachillerato y, en los grados superiores, formación técnica en convenio con el SENA.
Transportar 316 niños todos los días por el río requiere mucha precisión. Cada pasera (lancha) puede llevar máximo 35 pasajeros, pero por seguridad solo cargan 30. Los chalecos salvavidas son obligatorios. “El Orinoco es de respeto, es uno de los ríos caudalosos y en la parte donde nosotros estamos están ubicados prácticamente en los raudales de mayor cuidado que tenemos en Venezuela”, enfatiza el rector del colegio, Pedro Fernández.
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Gracias al nivel educativo del colegio Antonia Santos, varios de sus estudiantes ya están accediendo a becas en carreras técnicas y profesionales.