Muchos de ellos, desesperados por la falta de agua dulce, están invadiendo reservas naturales. A esta problemática ambiental se suman graves conflictos sociales.
Para la muestra un botón: Carlos Angulo, funcionario de Parques Nacionales, ha tenido que decirles a varios pescadores que no pueden tumbar árboles del santuario de flora y fauna para sembrar maíz.
“Estamos pasando necesidad, entonces hemos cogido este pedacito de tierra para sembrar un poco de maíz, de patilla, para sostenernos, para nuestros hijos”, se justifican ellos, conscientes de que está prohibido realizar actividades agrícolas en estas zonas de vital importancia ecológica.
Jorge Pérez, personero de Pueblo Viejo, uno de los municipios que padece el desvío de ríos, reconoce que “la situación es tan apremiante que ahora nuestro pescador cambia de actividad; le toca porque no tiene más nada que hacer para poder llevar el pan a sus hijos”.
Agrega que las aguas están represadas en las fincas de grandes terratenientes y eso es lo que tiene sufriendo a la gente de la parte baja. Pese a denunciar, dice que no pasa nada de nada.
A esto se suman, fotos satelitales que evidencian cómo se han ido secando los espejos de agua.
Para completar, ambientalistas denuncian que obras de infraestructura también ponen en peligro a la Ciénaga Grande de Santa Marta, una de ellas el corredor vial que busca aliviar el desplazamiento de los habitantes entre Palermo, Sitio Nuevo y Remolinos.
Allí se modificaría para mal el paso del agua del río Magdalena a la ciénaga.
Al final, si estos grandes pulmones continúan en estado de abandono, expertos dicen que seguirán muriendo irremediablemente.
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Updated: marzo 04, 2019 11:08 p. m.