Un video que circuló por medio de esa aplicación mostraba el cadáver en una calle del occidente de Medellín. Su nombre era Juan Esteban Yepes Restrepo.
El crimen causó estupor entre quienes fueron sorprendidos con el envío de la grabación a sus teléfonos celulares, pues en las imágenes se veía el cuerpo de una persona tendida en el suelo y ardiendo en llamas.
En ese momento poco se sabía de la víctima, que había sido alcanzada por los asesinos a eso de las 5:40 p.m. del lunes en la calle 38B con carrera 93, en el sector de La Alborada en la comuna 12 (La América).
Inicialmente las autoridades manifestaron que el cuerpo estaba sin identificar y lamentaron el hecho. “Es absolutamente lamentable, demuestra nuevamente la calaña de las estructuras delincuenciales que enfrentamos en Medellín. Definitivamente no conocen la palabra humanidad. Crean este tipo de símbolos y señales totalmente despreciables”, dijo el secretario de Seguridad, Andrés Tobón.
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Sin embargo, mientras el cadáver yacía en el suelo, el teléfono celular que había en el bolsillo de la víctima sonaba en espera de una respuesta.
Quien llamaba era María Luz Gloria Restrepo, la mamá del joven que acababa de ser asesinado. En las tres primeras oportunidades, le contó ella a Noticias Caracol, no recibió respuesta.
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Pero a la tercera, recibió una llamada. El interlocutor, un suboficial de la Sijín, le preguntó quién era y le informó sobre la suerte del único hijo hombre que tuvo, el menor de los cuatro que le dio la vida.
En ese momento no sabía cómo había sucedido, ni había visto el video en el que se veía a su Juan Esteban consumido por el fuego. Lo que sí supo es que los temores que sentía cuando su hijo salía a la calle se habían convertido en realidad.
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“Él fue a pagar las facturas de unas cosas que tengo en una prendería. Había ido a San Javier, retiró el dinero, pagó y se fue al Avenazo (en Santa Mónica), compró una avena y se la iba tomando cuando le dispararon”, contó la mujer y recalcó que Juan Esteban no andaba en malos pasos, sino ayudándole a salir de una difícil crisis económica que vive.
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Esta versión es contraria a la que circula en las calles del occidente de Medellín, las cuales le atribuyen haber participado en el atentado con una granada cometido por miembros de la banda La Agonía contra sus enemigos de El Coco, hecho que dejó un niño de 12 años muertos.
“Esa es apenas una hipótesis. No hay nada cierto sobre esa versión. La Policía está investigando”, dijo al respecto el secretario de Seguridad.
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Igual piensa doña María Luz Gloria, quien ha escuchado ese tipo de comentarios, pero los rechaza inmediatamente. “Mi hijo nunca llevó un arma a mi casa. Nunca le vi ni siquiera una navaja”, indicó con vehemencia.
Para dar fuerza a su argumento, contó que Juan Esteban, un joven aficionado al DIM pero que nunca había podido ir al estadio, estaba rebuscándose con algunos trabajos parte del dinero para ayudarle a ella. Y que estaba atento para terminar sus prácticas de una tecnología en multimedia que cursó en el Sena, en Pedregal.
Además, manifestó que ‘Yepo’, como le decían cariñosamente, estuvo rodeado siempre de buenos amigos. Los mismos que le dieron el último adiós en el cementerio San Pedro el miércoles, ese maldito día que le mostraron el video en el que se veía su hijo muerto, tal y como salió vestido de casa, envuelto en llamas.
“Tenía una camiseta negra, con unos estampados, una sudadera azul, con una rayita blanca, y unos tenis”, describió.
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“Tuvo sus amigos del Inem Samuel Barrientos, en el Sena, la mayoría compañeros de estudio”, dijo esta mujer desde su casa, donde vivía con Juan Esteban en el barrio Belencito de en la comuna 13, muy cerca de donde fueron hallados sin vida los restos mortales de tres jóvenes que habían sido desaparecidos 73 días atrás.
Ese mismo sector que ha sido foco de una guerra entre las bandas La Sexta (o Betania) y Cuatro Esquinas (o El Salado) y que ha dejado decenas de muertos este año.
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Por último, quiso enviar un mensaje a los responsables del atroz crimen contra su hijo: “Los que lo hicieron, a pesar de que mi hijo era bueno, lo hicieron por dos cosas: o lo odiaban demasiado o le tenía mucha enviada. Quiero que sepan que no los odio, no siento resentimiento. Qué Dios los perdone”.
Foto: Cortesía