La vida de Johanna Rojas Ruiz siempre ha estado acompañada por el cáncer
. De hecho, ella nació cuando uno de sus tíos paternos vivía el final de su vida tras padecer de un agresivo tumor cerebral que le arrebató gran parte de sus sentidos. "Cuando mi mamá estaba embarazada, mi tío, el hermano de mi mamá, tenía cáncer. Él tenía cáncer muy avanzado que le pasó a la cara. (...) Lo operaron y le quitaron parte del rostro y estaba en cuidados paliativos. Ahí nazco yo. (...) Él solo estaba esperando mi llanto, mi voz, para luego morir", recuerda Rojas.
Solo cuatro años después, la mujer vio como al menor de sus tíos maternos le descubrieron la misma patología y pasados dos abriles desde su fallecimiento Johanna tuvo que lidiar con otro cáncer, esta vez, el que le descubrieron a su madre. Su progenitora luchó contra el agresivo tumor durante 2 años, pero falleció y dejó a una pequeña Johanna Rojas sin mamá y al cuidado de su padre, quien empezó a temer porque su hija corriera con la misma suerte de toda la familia de su difunta pareja y madre de la menor.
Rojas cumplió doce años cuando la peor pesadilla de su padre ocurrió. La mujer relata que siendo todavía una niña empezó a cojear de su pie derecho, lo que llamó la atención de sus parientes. Los médicos revisaron la extremidad que provocaba su malestar, pero no encontraron nada; sin embargo, el cáncer de Johanna ya estaba en su cuerpo pero no había sido detectado por un error de diagnóstico.
La causa de este mal diagnóstico era sencilla: el cáncer le había invadido su pierna izquierda, pero el dolor provenía de la derecha por un común comportamiento que suele manifestar el cuerpo en este tipo de casos. "Yo empecé a cojear. A mi me dio cáncer en la pierna izquierda pero lo que pasa es que el cuerpo empieza a compensar y te empieza a hacer cojear de la otra pierna porque ahí empiezas a recargar toda la fuerza", explica la mujer.
Aunque Rojas viajó con su familia pensando que solo se trataba de un efecto del crecimiento, la masa en su pierna izquierda empezó a hacerse cada vez más notoria. Su padre, al intentar negar lo que estaba viendo, temía a llevarla a un centro médico para que le dieran la cruda noticia, pero la preocupación se hizo más grande y la joven tuvo que hacerse un chequeo de salud, en donde fue sometida a varios exámenes para identificar la procedencia de este tumor.
Pese a que su papá quiso esquivar ese amargo trago, la realidad era inevitable. El reloj marcaba las 8 de la noche y una llamada desde el centro médico, en la que le confirmaban el agresivo cáncer que tenía su hija, lo derrumbó por completo.
La enfermedad era muy agresiva y, según relata Rojas, solo había un 5% de probabilidad de supervivencia. Esta serie de factores y el amor por la vida que tenía Johanna, la motivaron a tomar una decisión que marcó su vida desde entonces: amputar su extremidad inferior. "La quimio no estaba haciendo nada", recuerda la mujer, quien en ese momento, siendo una niña, recibía dosis extremadamente fuertes de dichos medicamentos. Esta amputación, aunque compleja, fue clave para superar su enfermedad.
"Yo me recupero del cáncer
, a los seis meses muere mi abuelito materno y a los 9 años mi única prima por el lado de mi mamá, muere: le descubren el cáncer y a los 20 días se muere", recuerda la entrevistada.
El momento en el que descubrió el origen de su enfermedad
La muerte de su prima materna fue clave para descubrir una increíble pero aterradora realidad: Rojas padecía el síndrome de Li-Fraumeni, sintomatología que la hace muy propensa a tener cáncer debido a que, según ella, no cuenta con los receptores que protegen el cuerpo del este tipo de enfermedad. Principalmente, este síndrome le puede provocar con mayor frecuencia tendencias a padecer osteosarcomas, cáncer de tejidos blandos, colorectales y del tracto digestivo. Como si esto fuera poco, genéticamente también le diagnosticaron una superposición del CDH1, otra mutación genética que también la hace propensa a padecer de estas enfermedades.
Luego de su primer cáncer, a la también empresaria le encontraron dos formaciones cancerígenas en sus pulmones. Ya teniendo claro cómo funcionaba esta enfermedad, y con total amor por la vida, Rojas se sometió a una nueva cirugía para que le extirparan parte de este órgano. Posteriormente, y para prevenir que el cáncer también se desarrollara en estas zonas, se extirpó sus senos y sus ovarios.
"A mí el cáncer no me define, tu vida no es solo el cáncer", son las palabras con las que Johanna, pese a las adversidades, se ha convertido en una mujer exitosa. Actualmente es fundadora de múltiples marcas colombianas, se hace chequeos médicos de cáncer cada año y continúa luchando, con su profundo amor por la vida, contra los efectos de una enfermedad que cambió su forma de ver la vida.