Luego de dos años de quimioterapia, decidió amputarse la pierna. Su deseo era guardarla en un espacio íntimo y por eso se la pidió a los patólogos de la Clínica Las Américas en Medellín, donde fue operado.
Cuenta Diego: "Me ponía triste pensar en que mi pie iba a ir a un horno común, iba a ser incinerado. No quería pues que mi pierna, que me había acompañado en todo este camino, fuera considerada un desecho. Es una cuestión también de dignidad”.
Sin embargo a Diego le dijeron que su deseo no era posible porque el tratamiento para su pierna produjo un residuo que podía ser infeccioso.
Desconcertado, explicó a la clínica y a las autoridades de salud en Medellín que él quería acudir a la técnica de plastinación, una especie de embalsamamiento.
Por eso acudió a una tutela. Perdió en primera instancia y la clínica procedió a incinerar la pierna.
El caso fue revisado por la Corte Constitucional que determinó que al joven se le violó su derecho a la libertad de conciencia, por eso se le ordenó a la clínica y las autoridades de salud de Medellín que le pidan perdón en una ceremonia pública.
“Quizá yo sea la única persona que pueda hacer este tipo de petición, no sé si de aquí en adelanta probablemente alguien más la haga, pero me pone contento porque si alguien la llega a hacer por lo menos se reconsideró la ley”, explica Diego Botero.
Diego no quiere perdones, porque solo tiene agradecimientos con la clínica. Su caso sirvió para que la Corte determinara que en adelante, y si no es un riesgo para la salud pública, los pacientes pueden pedir devolución de sus órganos removidos.
Updated: octubre 19, 2016 07:49 a. m.