
“Lo más duro para mí fue la muerte de un compañero”, afirma este providenciano radicado en San Andrés, pero que visitaba a su familia en la isla cuando arribó Iota.
Él habla de Fuentes Levingston, una de las dos víctimas fatales que dejó el paso del huracán por Providencia y que trabajaba como mototaxista.
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“Lo vi morir”, dice en su doloroso relato mientras agrega que él se salvó de milagro.
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Según Mitchell, habían encontrado albergue en una iglesia, pero “como a las tres o cuatro de la mañana, cuando empezó a brisar fuerte, se vino el cielo raso, se llevó todo el techo. Tratamos de salir, de meternos en otra casita que estaba atrás y corriendo fue que se cayó el muro y se vino encima de él”.
“Estaba detrás de mí, yo me salvé de milagro; se vino el muro encima de él y lo mató”, recordaba.
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Mitchell llegó herido a San Andrés: “se me entró algo, no sé qué es, un vidrio se me partió y tengo heridas en el pie”.
Aunque dice que su familia está bien de salud, “en Providencia no queda nada, uno ve Providencia y se salen las lágrimas”.
Y teme lo que venga para los que aún siguen en la isla porque, afirma, pronto quedarán sin alimentos.