En 206 páginas plasmó su terrible historia en manos de la llamada mafia Yakuza, la más grande organización criminal que abastece de prostitutas al mercado japonés.
Su tragedia comenzó en las calles de Pereira, cuando decidió aceptar una propuesta laboral para ser bailarina en el país nipón.
"Estuve allá secuestrada por 18 meses, me quitaron mi pasaporte y viví la explotación sexual, viví lo más degradante que cualquier ser humano puede vivir", dijo en diálogo con Noticias Caracol.
Fue esclava sexual, sometida y humillada. Sus verdugos le recordaban constantemente las consecuencias que tendría una fuga.
"Tenga el teléfono, llame a la Policía, a lo mejor vengan y la regresan a Colombia, pero lo que no le garantizo es que alcance a llegar al entierro de su hija", eran las amenazas que continuamente recibía.
"Varias veces pensé que no iba a salir de ahí, de hecho quise quitarme la vida, quise rendirme, quise perderlo todo, esperaba que alguien me asesinara o que algo pasara, no había otra opción", aseguró.
Pero no todo estaba perdido. Un cliente y una amiga la ayudaron a escapar. Con un disfraz y una peluca, ellos la llevaron a la Embajada colombiana en Tokio, donde encontró ayuda.
Ya en Colombia, libre de las cadenas del pasado y con la convicción de que solo contando su historia podía sanar su alma, Marcela escribió un libro y se convirtió en la voz de un delito invisible.
"Yo por eso le pido a las mujeres que rompan el silencio, que hablen, que no se avergüencen de su pasado, de lo que tuvieron que vivir, que igual son seres humanos y vale la pena", concluyó.
Updated: abril 09, 2015 06:50 p. m.