La crisis económica por la pandemia del coronavirus COVID-19 acabó con miles de negocios en el país y el gremio de la culinaria no fue ajeno. Uno, o varios de ellos, fueron tres que pertenecían al grupo de Harry Sasson. “Fue imposible cumplir con arriendos y mantenernos en una realidad que no sabemos cuál va a ser”, manifestó.
“Ha sido muy duro mantenernos, cuidar a nuestra gente, salir a trabajar, dar de comer, hacer domicilios, tratar de cuidar el nombre, seguir dando comida al público, pero la incertidumbre es lo más difícil de manejar”, revela el cocinero bogotano.
Según sus cuentas, en los tres locales había unos 160 trabajadores. Estos habían llevado delicias al público más de 15 años.
Para Sasson, “los restaurantes nuestros son la extensión del comedor de nuestras casas. Tratamos de que la gente llegue, se sienta cómoda y pase feliz. Es duro, no digo que no. Son ciclos que pasan y no es por un capricho cerrar simplemente, porque nos puede arrastrar y llevarnos a peores situaciones”.
Publicidad
Reconoce así que la decisión de cerrar los locales sirve para que la crisis no se extienda. Se han salvado otros “donde hemos podido mantener un porcentaje de las ventas para el alquiler, el arriendo. Esos sitios van a perdurar”.
Para sostenerse, explica que armó en una casa propia una cocina con tres ofertas culinarias distintas para “no tener que preocuparnos por pagar un arriendo, que se volvió imposible”.
Publicidad
Abrir su corazón sobre esta situación le provocó a Harry un evidente llanto. “Son lágrimas de sentimientos, de recuerdos, de momentos felices, de compartir con los clientes, de dar de comer”, reconoció.
Puntualizó: “No lloro por lo que nos está pasando, sino por mi gente, por toda esa gente que se va a demorar mucho en volver a conseguir un empleo”.