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Campesinos en Santander denuncian que paso del oleoducto central les ha traído problemas

Denuncian que por el oleoducto se han generado daños en sus viviendas, vías en mal estado e incumplimientos en los planes de manejo ambiental. En este informe especial visitamos las veredas afectadas, hablamos con la comunidad y escuchamos las soluciones de los encargados.

En Santander, campesinos denuncian que paso del oleoducto central les ha traído problemas

Comunidades campesinas del sur de Santander aseguran que el paso del oleoducto central, por sus predios, más que beneficios les ha dejado problemas. Denuncian daños en sus viviendas, vías en mal estado e incumplimientos en los planes de manejo ambiental.

Las ventanas de Tisquizoque, cacique indígena que gobernó las tierras del sur de Santander, es quizá uno de los lugares más bellos de Colombia. La quebrada La Venta rompe la montaña y arroja sus aguas a un abismo de más de 300 metros de altura, semejante proeza de la naturaleza contrasta con otra proeza de la ingeniería de petróleos.
Esta ingeniería permite transportar el crudo desde los Llanos Orientales, en el Casanare, hasta la costa Atlántica. El oleoducto central atraviesa el país con un ducto que se extiende 836 kilómetros por valles y montañas, compleja labor porque lleva miles de barriles de petróleo por delicados ecosistemas y, sobre todo, por donde vive la gente. El sur de Santander es uno de los tramos más complejos, allí empieza esta historia.

Luego de superar los tres mil metros sobre el nivel del mar, en la cordillera Oriental, el oleoducto se descuelga desde la montaña para llevar el crudo al Magdalena Medio. Aquí soporta fuertes presiones del suelo y lluvias que hacen muy compleja la operación, cuenta el director de oleoductos de Ocensa, la dueña y operadora del ducto.

En la vereda Cachipayal empiezan los problemas. El oleoducto baja por una ladera y en un punto hace un giro brusco de dirección, allí las tensiones del oleoducto afectan el terreno y los canales de las aguas fallan, convirtiendo la vía en una quebrada.

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Viviendas y hasta la escuela de la vereda también ha resultado afectada, pero Samuel Clavijo, el expresidente de la Junta de Acción Comunal de Cachipayal, dice que Ocensa no reconoce los daños.

En la vereda Otro Mundo aparece otro protagonista, el gasoducto de la transportadora de gas internacional, TGI. En el caserío confluyen tres tubos: dos del gas de TGI y el oleoducto central de Ocensa.

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A la comunidad le preocupa los riesgos que representan las tuberías en un centro poblado.

El tema no es menor, pues el pasado 7 de noviembre falló una tubería del gasoducto de TGI, que por fortuna no explotó, pero sí afecto a los campesinos del lugar.

El río mineros es el límite entre Santander y el occidente boyacense. Los tubos de TGI se hacen visibles desde un puente construido para sostenerlos en su paso por el río.

Una carretera en muy mal estado conduce a Nazareth, centro poblado del municipio de Otanche. Con más de 80 viviendas, sus pobladores no dudan en afirmar que estan parados en una bomba de tiempo.

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El gasoducto que antes rodeaba el pueblo hoy pasa justo por la mitad, en su momento se opusieron, pero no los escucharon, afirman.

Dicen que una emergencia como la ocurrida el 7 de noviembre en la vereda Los Naranjos podría producir una tragedia como la de Machuca, en 1998, cuando el ELN voló un tramo del mismo oleoducto y provocó la muerte de 84 personas.

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Sin desconocer la responsabilidad del grupo guerrillero, recordemos que en 2018 la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia condenó a Ocensa por el trazado del oleoducto cerca de un centro poblado y por no tomar la medidas preventivas para proteger a sus habitantes.

El pasado primero de diciembre, la dueña y operadora del oleoducto central, Ocensa, se reunió con los pobladores en el municipio de La Belleza. La comunidad le reclama a la empresa el cumplimiento de sus obligaciones contenidas en la licencia.

El movimiento de suelos ya sea por fallas geológicas en el terreno o la acción del tubo ha ido desplazando un tramo del oleoducto y debe ser intervenido lo antes posible, cuenta el director de oleoductos de Ocensa, Juan Diego Coloña: “Son procesos que dependen del tiempo, crecen con el tiempo y el tiempo trabaja en contra de la seguridad del oleoducto, tanto en el empuje del suelo, porque cada vez deforma más el tubo, como en el otro sitio de la corrosión, donde el tubo cada vez tiene menos espesor para resistir la presión”.

El problema es que la comunidad no permite el paso de los operarios de Ocensa hasta que no haya una ruta clara para solucionar sus peticiones, como pavimentar la vía y la construcción de dos puentes

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Noticias Caracol visitó la sede de Ocensa en Bogotá, en este lugar está el corazón de la operación del oleoducto. Para el ingeniero Coloña es una operación segura, pero le preocupa el incidente del tubo de TGI, por eso las obras sí o sí se deben realizar para prevenir una tragedia.

En TGI dicen que la emergencia fue ocasionada por un movimiento súbito en la ladera y que atendieron el plan de emergencia a cabalidad. Respecto al tema de Nazareth afirman que su gasoducto es seguro y que compensaron a las personas afectadas, pero ellas volvieron a construir en la zona.

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Respecto a las inversiones sociales dicen que van muy adelantados.

Esta semana Ocensa llegó a un acuerdo con la comunidad de La Belleza para pavimentar 25 kilómetros de la vía, en asocio con instituciones estatales. Próximamente se reunirán con los habitantes de Florián, donde deben realizar los trabajos de mantenimiento del oleoducto, allí esperan lograr acuerdos.

Mientras tanto, el tiempo corre.

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