La Corona de Adviento , profundamente enraizada en la tradición cristiana, simboliza la anticipación y preparación para la llegada del Niño Jesús durante la temporada navideña. Este ritual, que refleja la eternidad de Dios al no poseer un principio o final definido, se lleva a cabo mediante la creación de un círculo adornado con cuatro velas moradas y una vela blanca en el centro.
Para este año en específico, el ciclo de la Corona de Adviento se reduce a 22 días, representando una duración más breve que en ocasiones anteriores. Este periodo, que se extiende desde el 3 hasta el 18 de diciembre, contrasta con los usuales 28 días, los cuales incluyen la celebración del cuarto domingo antes de la Navidad.
La particularidad de esta duración más corta radica en que el cuarto domingo coincide con la víspera de Navidad, el 24 de diciembre. Esta condición excepcional en el calendario resalta la adaptabilidad de la tradición a las variaciones anuales. Siendo así, la elección del color morado para las velas no solo obedece a motivos estéticos, sino que también refleja el tono litúrgico asociado con la actitud de conversión, preparando así a los cristianos para la venida de Jesucristo.
Asimismo, la vela blanca en el centro de la corona representa el espíritu navideño y la culminación de la espera, marcando el inicio de la celebración de la Navidad. Mostrando que la corona de Adviento no solo simboliza la espera paciente, sino que también vincula la preparación espiritual con la celebración alegre de la llegada del Niño Dios en los hogares cristianos.
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Orden de las velas
La tradición de la Corona de Adviento suele involucrar cuatro velas moradas y una blanca, pero cabe destacar que la elección de colores puede variar. En algunos casos, se utilizan tres velas moradas, simbolizando el color de la conversión, o incluso velas rojas, junto con una vela rosada. En este último caso, la vela rosada se enciende el tercer domingo de Adviento, marcando un momento de alegría espiritual en la preparación para la Navidad.
La quinta vela, de color blanco, que es la que va en el centro, se enciende durante la Nochebuena, el 24 de diciembre, culminando así el periodo de Adviento.
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Siendo así, el orden tradicional de encendido de las velas sería el siguiente, aunque puede variar según las costumbres locales y personales:
- Usted enciende la primera vela de la Corona de Adviento, la cual es de color violeta o púrpura, simbolizando la esperanza. Este matiz representa la anticipación del Mesías, quien traerá luz al mundo. Le invita a reflexionar y prepararse espiritualmente durante la primera semana de Adviento.
- Durante la segunda semana, usted enciende la segunda vela, que suele ser de color rosa, simbolizando la alegría. Este tono marca un momento de regocijo en medio de la preparación más solemne. Sirve como recordatorio de la proximidad de la Navidad y la inminente llegada del Salvador.
- En la tercera semana, usted enciende nuevamente una vela en tono violeta o púrpura, esta vez simbolizando la paz. Esta vela le invita a encontrar serenidad en medio del bullicio y el estrés típicos de la temporada navideña. Es un llamado a buscar la armonía interior y compartir ese espíritu con los demás.
- La última semana de Adviento, usted enciende la cuarta y última vela, también de color violeta o púrpura, representando el amor. Subraya la importancia de este sentimiento en sus vidas y les recuerda que el amor es el verdadero significado de la Navidad.
- Con la incorporación de la quinta vela, de color blanco, se completa la simbología de la Corona de Adviento al representar la presencia de Dios. Este componente adquiere relevancia al encenderse durante la Nochebuena, marcando así el punto culminante de la tradición.
Al comprender la riqueza simbólica detrás de los diversos colores presentes en la corona, se le otorga un sentido más significativo a esta práctica, enriqueciendo la experiencia espiritual asociada con la preparación para la Navidad.