Los cachorros nacen con los ojos cerrados, con el canal auditivo cerrado y por lo tanto su forma de relacionarse con el mundo es a través, del olfato, el tacto y el gusto.
Por medio del olfato saben dónde está su madre, donde está el punto donde se van a alimentar, van a tener la proximidad con sus hermanos que les va a transmitir calor y con el gusto van a poder nutrirse con este primer alimento que es la leche materna.
A diferencia de los humanos, que tenemos un aproximado de cinco millones de células olfativas, ellos tienen entre 150 y 300 millones que les permiten reconocer, diferenciar y procesar la información de los aromas que llegan a su nariz y olores que, para nosotros, son completamente imperceptibles.
Si el olfato es el rey, la audición es la reina de los sentidos, capaz de percibir sonidos a una distancia cuatro veces superior a la de las personas.
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No solo escuchan lo que decimos, sino también cómo se los expresamos: con alegría, con enfado, o con tristeza.
Su vista también está altamente desarrollada. Tiene la posibilidad de tener una mayor visión periférica gracias a la posición de sus ojos, pero la nitidez con la que perciben las imágenes es más reducida, especialmente si se presentan a corta distancia.
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Cuentan con una agudeza para detectar los movimientos y en cuanto a los colores. Eso de que ven a blanco y negro es puro cuento, lo que pasa es que su gama no es tan amplia como la de los humanos.
Pueden diferenciar azules de violeta. Podemos decir que los colores verde, amarillo y naranjado tienden a percibirlos más en un color o en una tonalidad amarilla, y que tienen la capacidad de diferenciar ciertas tonalidades de grises.
En cuanto al gusto, ese no es tan desarrollado y sí muy ligado al olfato. Su lengua cuenta con pocas papilas gustativas y es más plana y lisa que la de los humanos, sin embargo, tienen la capacidad de diferenciar todos los sabores, pero en menor proporción, los salados.
El sentido del tacto se vale del órgano más grande que existe: la piel. No se reduce a sus patitas y pulpejos. A lo largo de todo el cuerpo tienen terminaciones sensitivas que les permite interactuar con su exterior.
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Y hablemos de las vibrisas o bigotes: juegan un rol fundamental en la ubicación, en la oscuridad y en la percepción de objetos. Con estos pelitos que se insertan de manera más profunda en la piel logran enviar información sensorial al cerebro para procesar aquello que están percibiendo o aquello con lo que están teniendo relación cercana, puntualiza la médica veterinaria Paulina Tobón.