Tenía tres años, un estado avanzado de desnutrición y era obligado a actuar frente a turistas en un zoológico de Tailandia.
Su cuerpo esquelético no soportó más. Al intentar salir de un lodazal, se rompió sus patas traseras, producto de la debilidad en sus huesos.
Dumbo, al igual que otros elefantes, era explotado en el zoológico de Phuket, donde lo forzaban a bailar y actuar para los visitantes.
Poco o nada importó su malnutrición severa,que denunció la ONG Moving animals en fotos y videos en los que se veían los huesos marcados y la apariencia enfermiza de Dumbo.
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Tres días después del accidente, los responsables del zoológico lo enviaron al Hospital de Elefantes de Krabi, a donde llegó con sus patas seriamente inflamadas. Allí, murió.
Pese a los esfuerzos de organizaciones como Moving Animals que ha usado las redes sociales para hacer pública la tragedia de Dumbo, las autoridades locales eximieron de culpa al zoológico.
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La historia de Dumbo podría repetirse, ya que el zoológico está autorizado a comprar otro elefante para reemplazar al que murió.