Ányelo Palacios es un exoficial de la Policía Nacional, conocido por denunciar la ‘Comunidad del anillo’. En 2014, Palacios denunció la existencia de una red de prostitución dentro de la Policía, lo que provocó la renuncia del entonces director de la institución, Rodolfo Palomino.
“Para muchos tengo los pantalones bien puestos, para otros, soy un marica más en el grupo”, le dijo a Los Informantes Ányelo Palacios, quien hace dos años reside en Florida, Estados Unidos, donde compartió detalles sobre la polémica y cómo ha intentado rehacer su vida.
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Una nueva oportunidad en Estados Unidos
Tras su denuncia, Ányelo Palacios enfrentó una serie de desafíos y represalias. Aseguró que las persecuciones y amenazas fueron constantes, lo que lo obligó a abandonar el país. “Acá en Estados Unidos no me dicen capitán, me dicen el capi”, comentó, mientras revelaba que, tras colgar su uniforme, tuvo que salir de Colombia y llegar de manera irregular a EE. UU., donde comenzó una nueva vida como obrero.
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“En Colombia no hacía nada de lo que hago. Empecé a aprender a pintar, colocar pisos, resanar, reciclar...’¿En qué momento usted dice me voy del país?’ Las amenazas vía telefónica, que te paren en un semáforo y te digan ‘te vamos a matar, te vamos a secuestrar’”, relató.
Para tomar su decisión, no solo se basó en sentir que su vida estaba en peligro, sino también en la falta de oportunidades laborales luego de ser destituido de la institución.
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Una vida marcada por el abandono y el abuso
Nació en el seno de una familia humilde, Ányelo aseguró que su vida siempre ha estado marcada por el abuso. Su padre biológico lo abandonó a él y a sus hermanos. Desde muy pequeño, junto a su mamá, tuvo que empezar a abrirse su propio camino a base de esfuerzo y dedicación.
“No tuvimos una infancia, porque siempre nos acostumbramos a trabajar con mi mamá. Mis hermanos y yo éramos el grupo de empleadas de servicio”, dijo, y añadió que, aunque no tenía los recursos económicos, tenía una fe inquebrantable cuando se presentó a la carrera de oficial de la Policía Nacional a los 16 años.
Se pagó los primeros semestres en la escuela con préstamos que hizo su mamá y con el esfuerzo del trabajo que realizaba los fines de semana en los bares de la zona rosa de Bogotá. No obstante, aseguró que poco tiempo después de ingresar a la institución, empezó a vivir un calvario.
“Cuando yo llegué a la Policía Nacional era un joven, un niño. Mi primera experiencia sexual fue el abuso de más de cinco personas en una noche”, reveló. Ányelo era menor de edad cuando, según él, ya sufría abusos en la escuela de oficiales.
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¿Qué pasaba dentro de la institución?
Palacios aseguró que el principal culpable de su tragedia en la policía fue el coronel Jair Castellanos Soto, quien tenía influencia con políticos de la época y que, según él, reclutaba a cadetes de escasos recursos para ofrecerlos a diferentes personalidades.
“Era una red delincuencial. Siempre con la venia de algunos oficiales, nos sacaban de la escuela, algunos drogados. Perdías el conocimiento y amanecías al otro día en el alojamiento”, relató, mientras explicaba que se hacía una “clasificación” entre los jóvenes con comodidades económicas y los que no, quienes eran “los que tocaban”.
No solo se ganaban la confianza de los jóvenes, sino que también les enviaban regalos y dinero. Al parecer, buscaban un perfil específico: altos y de ojos claros. “Siempre se metían por la parte del dinero porque veían que estábamos necesitados. Algunos lo hacían voluntariamente por la necesidad, pero otros no lo hacíamos y nos obligaban, nos drogaban, y nos vendían”.
Contó que fueron muchos años de abusos a los que se vio sometido como cadete y que no cesaron cuando continuó su carrera como oficial.
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Aunque aseguró que faltan muchos nombres por revelar, este año la justicia condenó en segunda instancia a 10 años de prisión a los coroneles en retiro Jair Castellanos y Wilmar Torres, tras comprobarse que obligaron a alférez de la Escuela de Cadetes General Santander a prostituirse.
El día que Ányelo decidió revelar los abusos dentro de la Policía Nacional
Ányelo Palacios decidió enfrentar la pesadilla que vivía, marcada por maltratos, corrupción y una red de prostitución dentro de la entidad, haciendo público un video que evidenciaba una conversación comprometedora con el entonces viceministro del Interior, Carlos Ferro, en su vehículo.
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“Alrededor del 2014, de tanto abuso, de tanto acoso, yo tuve un episodio de un derrame cerebral. Sentí que ya me iba a morir y no me quería llevar ese secreto”, reveló Palacios. Confirmó que destapó los hechos también por el abuso que sufrían “muchos jóvenes como yo” que sufrían por el temor “al qué dirán”.
Después de su denuncia, Palacios reveló que lo único que consiguió fue abrir una nueva puerta a otro problema: pasó de ser un oficial con un currículum intachable a ser señalado y destituido. “Para mí fue muy triste, y fue cuando me intente suicidar. Verme en la policía y salir de la institución y salir por la puerta de atrás como me sacaron”.
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Una destitución que lo marcó de por vida
Fuera de la Policía Nacional y con pocas oportunidades laborales, no dudó en buscar el sueño americano, alejándose de toda la tragedia que vivió en su pasado. Aseguró que no fue fácil llegar a Estados Unidos, pero finalmente, después de casi dos meses, obtuvo una respuesta positiva a su solicitud de asilo.
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Actualmente, vive en una zona humilde, donde alquiló un cuarto en una casa que comparte con otros diez migrantes. Realiza carreras en Uber con un vehículo que compró con mucho esfuerzo y trabaja en una oficina que ayuda a latinos a comprar sus primeras propiedades.
Aún se aferra a las fotos de su familia que tiene en su habitación. No hay un solo día en que no llame a su mamá, ya que su mayor dolor es no poder estar cerca de ella. No obstante, afirmó que espera el día en el que, si debe hablar, no tendrá miedo en volverlo a hacer.
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“Algún día que yo sienta en mi corazón, que tenga que hablar más, lo hago. No le tengo miedo a nadie. Ya lo hice en su momento, lo vuelvo a hacer”. Aunque dice no tener miedo, es consciente de que hablar de más puede traerle graves consecuencias, pero no puede dejar de pensar que aún se siente policía y que espera luchar por la verdad y la justicia. “Todavía soy policía, porque el que se va de la policía de la manera que se vaya nunca pierde el grado, siempre lo tiene en el corazón”, concluyó.
Su historia fue contada en su libro recientemente lanzado, 'La vida de Ányelo Palacios'. Aunque no revela nuevos nombres sobre este escándalo, sí evidencia una problemática no contra la institución, sino con individuos de esta. Al final, es un relato en el que todavía faltan muchas verdades por conocerse.