En Nueva York vive uno de los secretos mejor guardados de nuestra música. Se llama Gregorio Uribe y es un talento fugado que supo convertir su nostalgia por Colombia en su mayor inspiración. Cachaco de nacimiento, pero con corazón, swing, alma Caribe y tremenda pinta, ha mezclado el jazz, la cumbia, el bullerengue y el vallenato para convertirse en nuestro mejor embajador. Un juglar en Nueva York.
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El músico Gregorio Uribe no es Gregorio Samsa, pero por amor al acordeón y a los ritmos de su tierra, logró una metamorfosis digna de Kafka o de un camaleón. Se transformó de rolo, muy tieso y majo a un hombre acordeón. No hay que haber nacido en Valledupar para sonar como un juglar pura sangre. En pleno invierno, Los Informantes lo acompañó en el lanzamiento de su último disco y es puro voltaje.