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Colombia es la meca de las cirugías estéticas. Destino turístico para lipoesculturas, aumentos de senos, estiramientos faciales, levantamientos de cola y más. Aunque la mayoría de las clínicas y los cirujanos tienen todos sus papeles en regla y están bien preparados, no falta el impostor. La tragedia de caer en las manos equivocadas. Algunos viven con cicatrices difíciles de tapar el resto de sus vidas y otros no sobreviven para verlas.
Lorena Beltrán quedó con los senos destruidos después de una cirugía que salió muy mal, desde entonces le ha tocado pasar varias veces por el quirófano buscando una reconstrucción y sus días se convirtieron en un infierno. Las cicatrices físicas, pero principalmente las emocionales, las que no se ven, la hicieron pensar hasta en acabar con su vida, por fortuna no lo hizo y en cambio le puso el pecho al problema, se dedicó a investigar y a denunciar las malas prácticas en cirugías estéticas. Los Informantes descubrió las marcas imborrables que quedan después de una operación fallida.
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