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Melisa Gaona, una joven bogotana de 25 años, se ha convertido en la voz de miles de mujeres que padecen en silencio un dolor crónico y debilitante. Su testimonio en Los Informantes reveló la crudeza de una enfermedad invisibilizada durante décadas: la endometriosis.
Diagnosticada en etapa 4 (el nivel más avanzado), Melisa no solo enfrenta las graves secuelas físicas de esta condición, sino que también ha tenido que acudir a instancias legales para solicitar la eutanasia como última salida para detener el dolor y sufrimiento.
La endometriosis es una enfermedad crónica y dolorosa que afecta de manera significativa la calidad de vida de las mujeres. El útero está recubierto por un tejido que, cada mes, se desprende durante la menstruación. En quienes padecen esta condición, ese mismo tejido crece fuera del útero y se adhiere a otros órganos.
“Son células dinámicas que responden a las hormonas, crecen todos los meses, luego se descaman para generar la menstruación. Cuando esas células se ubican fuera, ya no en la superficie, sino en el interior de la pared del útero o en los ovarios o en las trompas o en otros órganos como vejiga e intestino, a eso le llamamos endometriosis”, explicó el ginecólogo Marcelo Márquez Santos en Los Informantes.
En el caso de Melisa, el diagnóstico definitivo de endometriosis grado 4 llegó apenas en febrero de 2024, cuando se evidenció el avanzado compromiso de varios de sus órganos. “Me está afectando el intestino delgado, el intestino grueso, la uretra, la vejiga, la pared abdominal, tengo el endometrioma de 4.3 centímetros, y tengo en más partes, tengo la más fuerte”, detalló Melissa.
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En Colombia, se estima que cerca de 3 millones de mujeres padecen endometriosis, viéndose afectadas en aspectos fundamentales de su vida como el trabajo y las relaciones personales. Un estudio realizado por la BBC en 2019, con la participación de 3.500 mujeres diagnosticadas, reveló que la mitad de ellas manifestó haber tenido pensamientos suicidas a raíz del dolor y de las dificultades para obtener un diagnóstico oportuno.
En una entrevista con Noticias Caracol, el ginecólogo Ricardo Rueda explicó cuáles son los principales síntomas de la endometriosis. Entre ellos destacan el dolor, especialmente durante la menstruación y las relaciones sexuales, y la infertilidad. También puede provocar dolor abdominal persistente, molestias al orinar, problemas digestivos, fatiga crónica y otros malestares. Aunque no existe una causa claramente identificada, en su aparición influyen factores genéticos y hormonales.
En cuanto al tratamiento, aunque en términos generales no se puede hablar de una cura definitiva por tratarse de una condición crónica, la endometriosis sí puede ser controlada. “Tenemos modalidades de tratamiento cada vez más avanzadas para el control del dolor de la endometriosis, tenemos modalidades de cirugías que deben ser hechas por manos muy expertas”, aseguró el ginecólogo Ricardo Rueda.
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No obstante, en 2023 se aprobó una ley que reconoce la endometriosis como una enfermedad progresiva e incapacitante, y que además impulsa la creación de protocolos para su diagnóstico temprano. Aunque es un trastorno frecuente que afecta a una de cada 10 mujeres, las pacientes suelen tardar varios años en obtener un diagnóstico adecuado.
Desde que tiene memoria, Melisa ha convivido con síntomas que la fueron aislando de una vida normal. “No puedo hablar, me ahogo, el dolor es tan fuerte que no puedo respirar, me desmayo. Lloro de una manera inagotable, no me aguanto. A veces ni siquiera puedo moverme y solo salen lágrimas mientras yo estoy quieta. Me intentan mover el cuerpo y parece que me hubiera muerto", relató la joven en diálogo con Los Informantes.
Este doloroso camino de Melisa comenzó mucho antes de la adolescencia. Aunque nació en perfectas condiciones, a los 18 meses le diagnosticaron apendicitis que derivó en peritonitis, lo que requirió una larga hospitalización. Sin embargo, el vómito constante reapareció alrededor de los 6 años.
A pesar de la intensificación del dolor y los síntomas con su desarrollo, los exámenes y las visitas a especialistas no arrojaban respuestas.
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A los 15 años, un médico le recomendó una terapia hormonal para reducir ese dolor. “Un médico nos aconsejó que para aliviar los cólicos menstruales le colocáramos un dispositivo para planificar en el brazo. Ella duró desde los 15 hasta los 20 años con un dolor y un vómito moderados, [el tratamiento] le bajó el nivel de lo que le producía tanto dolor”, señaló su mamá, Sandy Duarte.
Aunque los dolores persistían, Melisa se esforzaba por llevar una vida lo más normal posible. Estudió Sistemas en el SENA, realizó cursos de maquillaje profesional e incluso intentó emprender un negocio de postres. Su gran sueño era estudiar Medicina, pero la enfermedad la obligó a aplazar una y otra vez sus semestres, hasta que no pudo hacer posible su proyecto universitario.
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"Con dolor yo trabajaba, estudiaba, hacía mi vida. Lloraba unos 20 minutos, me miraba al espejo y decía ‘yo puedo’. Me lavaba la cara, me maquillaba, me arreglaba y salía a ganarle", relató.
Tras seis cirugías, múltiples hospitalizaciones y hasta dudas sobre si sus dolores eran de origen psiquiátrico, en febrero de 2024 llegó finalmente el diagnóstico: endometriosis grado 4. La enfermedad se había extendido a varios órganos, incluyendo intestino, vejiga y pared abdominal.
Para intentar describir lo que siente a diario, Melisa expresó: “Es como si cogieras muchas agujas y me las enterraras, y después como si cogieras piedras y me las pasaras por ahí. Luego siento como un cólico y como que todo el abdomen se quiere salir”.
El 31 de julio, Melisa compartió un video que rápidamente se hizo viral en el que anunciaba su solicitud de eutanasia, argumentando que estaba atrapada en una “espiral de sufrimiento” de la que ningún médico ni tratamiento parecía poderla sacar. “Mi voluntad de acceder al procedimiento de eutanasia cumple el derecho fundamental de vivir dignamente”, escribió en el documento dirigido al hospital.
Sin embargo, su solicitud fue negada. El comité médico concluyó que aún existen alternativas terapéuticas que no se han contemplado, como una complicada cirugía para retirar su matriz y posiblemente practicarle una colostomía.
“Dejarla sin su parte ginecológica y dependiendo de cómo esté la endometriosis pegada al colon, tendrían que hacerle una colostomía, y toca mirar cómo está el pulmón. Es decir, al abrirla se pueden dar cuenta del nivel avanzado que puede tener la endometriosis dentro del organismo”, explicó su madre.
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Melisa rechazó por completo someterse a esa cirugía, pues aseguró que reduciría aún más su calidad de vida. Ante la gravedad de sus dolores, hizo una declaración desgarradora: “Yo me suicido”.
Tras la viralización de su caso, una clínica especializada en endometriosis en México se ofreció a tratarla con un procedimiento menos invasivo. El obstáculo ahora es económico: el tratamiento puede costar hasta 60.000 dólares, más de 200 millones de pesos colombianos. Para financiarlo, Melisa vendió su carro e inició una campaña de recaudo.
En cuanto a la eutanasia, en Colombia se practica aproximadamente una cada 25 horas. Sin embargo, persisten numerosos obstáculos, por ejemplo, en 2024, de cada diez solicitudes presentadas, solo tres fueron aprobadas.
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El caso de Melisa pone sobre la mesa la necesidad de revisar las garantías del derecho a morir dignamente y, al mismo tiempo, de fortalecer la atención médica frente a enfermedades crónicas e incapacitantes como la endometriosis.
Su voz, cargada de dolor pero también de resistencia, es un llamado urgente a visibilizar una condición que afecta en silencio a millones de mujeres. Hoy espera, entre la esperanza de un milagro que alivie sus dolores y la decisión de las autoridades sobre la aprobación de su solicitud de eutanasia.