Ocurrió durante la expedición de cuatro meses a la Antártida con fines científicos. De "espantosa e innecesaria" la califican organizaciones ambientalistas.
El recorrido, que terminó en marzo, mató a 333 ballenas Minke, según un informe oficial enviado el mes pasado por las autoridades japonesas a la Comisión Ballenera Internacional.
Del total, 122 estaban preñadas y decenas de otras eran todavía inmaduras, según un informe japonés, una cifra que la organización ambientalista Human Society International indicó que constituía "una estadística chocante y una triste acusación sobre la crueldad de la caza japonesa de ballenas".
"Es una muestra más, si esto fuera necesario, de la verdadera naturaleza de las operaciones balleneras, espantosas e innecesarias, especialmente cuando se ha demostrado que estudios no letales son suficientes para las necesidades científicas", Alexia Wellbelove, directora del programa de la organización.
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Japón ha firmado la moratoria sobre la caza de la Comisión Ballenera Internacional, pero se ampara en una cláusula que autoriza la caza de cetáceos con fines científicos.
El consumo de ballena tiene una larga historia en Japón, donde los cetáceos han sido objeto de caza durante siglos. La industria ballenera se desarrolló tras la II Guerra Mundial, para aportar proteínas animales a los habitantes del país.
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La demanda de los consumidores japoneses disminuyó sin embargo en los últimos años.