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Alcanzado histórico acuerdo para impedir que Irán fabrique armas nucleares

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El presidente iraní Hasan Ruhani dijo este martes que ha comenzado un "nuevo capítulo" en las relaciones entre la República Islámica y el mundo.
Rouhani hizo estas declaraciones luego de 18 días de intensas y a menudo ríspidas negociaciones, en las cuales Irán y las potencias mundiales alcanzaron un acuerdo histórico para frenar el programa nuclear de Teherán a cambio de aliviar en miles de millones de dólares las sanciones internacionales que pesan contra el país.
"El régimen de sanciones nunca fue eficaz, pero al mismo tiempo afectó la vida de la gente", dijo Ruhani. El mandatario habló poco después de que la televisora estatal emitió en vivo las declaraciones del presidente estadounidense Barack Obama, algo inusual en el país.
Obama dijo que el acuerdo "no se basa en la confianza, se basa en la verificación". Aseguró que el acuerdo le corta a Irán todos los caminos hacia un arma nuclear. Irán eliminará dos tercios de sus centrífugas intaladas y se deshará del 98% de su depósito de uranio. A medida que cumple con estas condiciones, se levantarán por etapas las sanciones. Obama amenazó con vetar cualquier ley del Congreso que intente bloquear la aplicación del acuerdo, señalando que la ausencia de éste "significa un cambio mayor de más guerra" en el Medio Oriente.
La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, y el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, confirmaron el pacto en una conferencia de prensa ante periodistas en Viena. El acuerdo supone que Irán no obtendrá o construirá armas nucleares "bajo ninguna circunstancia", dijo.
"Estamos creando las condiciones para construir confianza", dijo Mogherini en su intervención el martes. "Nadie pensó nunca que sería fácil (...) A pesar de giros y cambios de sentido en las conversaciones, la esperanza y la determinación nos permitieron superar todos los momentos difíciles".
"Este es un momento histórico", dijo el ministro de Exteriores de Irán, Mohamed Javad Zarif, el martes por la mañana durante su participación en la última sesión de las negociaciones con sus homólogos de Estados Unidos, Gran Bretaña, China, Francia, Alemania y Rusia en Viena. "Estamos alcanzando un acuerdo que no es perfecto para nadie, pero es lo que podemos lograr, y es un logro importante para todos nosotros. Hoy podría haber llegado el final de la esperanza en este tema. Pero ahora estamos iniciando un nuevo capítulo de esperanza", agregó.
El acuerdo impedirá que Irán produzca material suficiente para un arma nuclear durante al menos 10 años e impone nuevas provisiones para inspecciones en instalaciones iraníes, incluyendo centros militares. Además supone una dramática ruptura con décadas de animosidad entre Estados Unidos e Irán, países que se han calificado mutuamente de "principal estado patrocinador de terrorismo" y "el Gran Satán".
El pacto se cierra tras más de dos semanas de frenética diplomacia, durante las cuales los negociadores incumplieron tres plazos límite que se habían autoimpuestos. Tanto Zarif como el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, que condujo la mayoría de las negociaciones, amenazaron con abandonar la mesa de diálogo al tiempo que intercambiaron acusaciones de intransigencia. El acuerdo se produjo tras alcanzar varios compromisos clave.
Diplomáticos dijeron que Irán accedió a mantener el embargo de armas impuesto por Naciones Unidas al país durante cinco años más, aunque podría finalizar antes si la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) aclara definitivamente que Teherán no está trabajando en armas nucleares. Una condición similar se impuso sobre las restricciones de la ONU a la trasferencia de tecnología de misiles balísticos a Teherán, que podría durar al menos ocho años más.
Washington intentaba mantener la prohibición de importar y exportar armas a Irán, preocupado porque la República Islámica pueda destinar el dinero que reciba del acuerdo nuclear a asistir militarmente al gobierno del presidente sirio Bashar Assad, a los rebeldes yemeníes hutíes, a los insurgentes libaneses de Jezbolá y a otras fuerzas que están en contra de países aliados de Estados Unidos en Oriente Próximo, como Arabia Saudí e Israel. Líderes iraníes insistieron en que el embargo tiene que terminar ya que sus fuerzas combaten amenazas regionales como el grupo extremista Estado Islámico.
Reciben algo de apoyo de China y especialmente de Rusia, que quiere ampliar su cooperación militar y vender armas a Teherán, incluyendo la demorada entrega de sistemas avanzados de defensa aérea S-300 -- una maniobra a la que Estados Unidos se opone desde hace años.
Otro acuerdo significativo permitirá a inspectores de Naciones Unidas solicitar visitas a instalaciones militares iraníes como parte de sus labores de vigilancia, un aspecto al que el líder supremo del país, el ayatolá Ali Jamenei, prometió oponerse. Pero la concesión de ese acceso libre no estaría garantizada e, incluso en el caso de permitirse, podría retrasarse en el tiempo, una condición que los críticos con el pacto dicen que Teherán aprovechará para ganar tiempo y cubrir cualquier señal de que no están cumpliendo con sus compromisos.
Según el acuerdo, Teherán tendrá derecho a confrontar cualquier petición de la ONU y una junta de arbitraje, compuesta por Irán y las seis potencias mundiales que negociaron el pacto, tendrá que decidir sobre el tema. La OIEA también quiere acceso para completar su larga y obstaculizada investigación sobre armas en las que trabajó Irán en el pasado, y Estados Unidos dice que es necesario que haya cooperación iraní para que todas las sanciones sean levantadas.
El director del ente, Yukiya Amano, dijo el martes que firmó con Irán una "hoja de ruta" para resolver problemas importantes. Los beneficios económicos para Irán son potencialmente inmensos. Está previsto que reciba más de 100.000 millones de dólares en bienes congelados en el extranjero, y que se levante el embargo europeo sobre su petróleo, así como varias restricciones a sus bancos. Zarif dijo que el acuerdo era una "solución donde todos ganan". Federica Mogherini, la jefa de la diplomacia comunitaria, lo calificó de "signo de esperanza para todo el mundo".

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