El Gobierno de la isla de Leyte ha arrojado sacas de arroz de 50 kilos en los laterales de las calzadas, donde impera la ley de la fuerza ante la falta de presencia de las fuerzas del orden.
Los equipos de limpieza también llegaron a la zona para apartar los amasijos de cables, árboles caídos y toneladas de escombros procedentes de antiguas casas y otros edificios, que bloquean el tránsito rodado y la llegada de ayuda a las zonas más aisladas.
Los propios residentes confirman la nula presencia de las fuerzas del orden, aunque reconocen que las autoridades locales también se han visto afectadas por los estragos del tifón.
"Hemos visto a muy pocos efectivos de las fuerzas de seguridad, pero claro ¿cómo van a estar aquí si ellos se han visto igual de afectados que nosotros?", declaró Terry Mabag, propietario de una empresa constructora en Tacloban.
El portavoz de Defensa Civil, Reynaldo Balido, afirmó que el restablecimiento del orden en Tacloban y otras áreas es una de las "principales prioridades", mientras la Policía Nacional y el Ejército ha enviado a la zona efectivos de refuerzo para asegurar la paz y el orden en la región.
Mabag y su familia sobrevivieron a la crecida de la marea, causante de la mayor parte de los decesos, refugiados en el ático de su casa.
"Tenemos la suerte de que nuestra casa es de tres plantas y nosotros estábamos en el ático. El agua estuvo a punto de alcanzar el lugar donde nos resguardábamos, pero justo entonces empezó a remitir el nivel del agua", comenta el superviviente.
Tacloban y sus alrededores presentan un paisaje lunar, en medio de una gran desolación. La gran mayoría de las casas está totalmente destruida y las construcciones de ladrillo en ruinas, mientras apenas queda vegetación en pie.
Según estimaciones de la Policía, más del 70% de los edificios de Tacloban quedó destruido tras el paso del tifón Haiyan el pasado viernes.
Beverly Cabillo, residente de la zona, cuenta que "Haiyan fue como un dragón enorme que llegó y se lo llevó todo en un momento".
"Nos refugiamos en casa porque pensábamos que el tifón no iba a ser tan intenso, pero al poco empezó a arrastrar el tejado de nuestra casa", rememoró Cabillo, quien al regresar al que era su hogar lo encontró sin techo y con los muebles a más de 10 metros de distancia.
La superviviente y su familia al ver la potencia del tifón decidieron trasladarse para pedir refugio en casa de un vecino cruzando la calle con una silla en la cabeza para evitar ser golpeados por uno de los innumerables objetos arrastrados por el viento, que llegó a superar los 300 kilómetros por hora.
Cabillo dijo no haber visto ningún equipo de rescate por la zona ni a las fuerzas del orden y rogó ayuda ante la escasez de líquidos para luchar contra la sed.
Aunque los vecinos se quejan de la falta de ayuda, un equipo de empleados del Ministerio de Infraestructuras se encuentra en Tacloban limpiando el acceso a la zona, según dijo el ingeniero jefe, Ferdinand Briones, cuyo equipo trabaja 22 horas al día para tratar de despejar las calles ante la esperada llegada de víveres y bienes de primera necesidad.
Un avión de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos llegó esta tarde a Tacloban, cuyo aeropuerto reabrió este lunes de manera parcial, con grandes cantidades de agua, mantas, paquetes de comida y generadores eléctrico provisionales.
"Nosotros trabajamos todo lo que haga falta, pero si nos quedamos sin agua poco podemos hacer", señaló Briones.
Mientras tanto miles de personas hacen interminables colas en las gasolineras que aún permanecen en pie para tratar de hacerse con un poco de combustible, como mucho 500 pesos, (11,5 dólares u 8,6 euros) el límite establecido por el Gobierno regional.
El presidente de Filipinas, Benigno Aquino, declaró el estado de calamidad en todo el país, lo que le permitirá imponer un control de precios a los bienes de primera necesidad y evitar la especulación y el acaparamiento.
Mientras las cifras extraoficiales y los informes hablan de decenas de miles de víctimas mortales en la isla de Leyte, donde se haya Tacloban, el Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres prosigue con el lento recuento oficial de fallecidos.
El último informe del organismo gubernamental filipino cifra los muertos por el tifón en todo el país en 255, con 71 heridos y 38 desaparecidos.
El número de afectados asciende a casi 9,7 millones de personas y a 615.000 desplazados, de los cuales 433.000 se encuentran alojados en los 1.444 centros de evacuación.
Updated: noviembre 11, 2013 10:28 a. m.