“Que el Señor dé la bienvenida a estas víctimas, cure a los heridos, consuele a los miembros de la familia y convierta los corazones crueles”, dijo el pontífice.
Las personas fueron masacradas en el poblado de Ogossagou, en el centro de Mali, todas ellas de la etnia peul y muertas presuntamente a manos de cazadores de la etnia bambara conocidos tradicionalmente como donzos.
Autoridades locales señalaron que, hasta el momento, han enterrado a 90 de los muertos, pero queda medio centenar de cadáveres, totalmente calcinados, aún por inhumar.
Entre las víctimas de este poblado de pastores de la región de Mopti hay numerosos ancianos, mujeres y niños que no pudieron escapar a los donzos que habían rodeado el poblado y quemado cerca de 400 viviendas.
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El presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keita, convocó un consejo de ministros extraordinario y ordenó una investigación sobre esta matanza de civiles, la más grave de los últimos años.
En la zona se esperaba una misión del Comité Internacional de la Cruz Roja que también va a formar parte de la investigación, supuestamente al lado del gobierno.
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Se da la circunstancia de que la matanza se produjo justo cuando visitaba el país una misión del Consejo de Seguridad de la ONU que ha venido precisamente para investigar el alarmante aumento de violencia (religiosa, separatista o étnica) en el centro y norte del país, y evaluar la continuidad de la misión de cascos azules en Mali (Minusma) actualmente la más mortífera del mundo.
Por su parte, la Asociación Maliense pro Derechos Humanos ha recordado al gobierno que "es imperativo desarmar sin demora a todos los grupos ilegalmente armados que operan en el centro y el norte del país".
Con ello, la AMDH apunta a la tolerancia que el gobierno ha mostrado con todo tipo de milicias llamadas de "autodefensa" que protegen los intereses de tuaregs, peuls, agricultores o pastores, una tolerancia que a veces es mera connivencia cuando el gobierno usa a unas milicias contra otras.
La región de Mopti fue durante todo el año pasado escenario de choques intermitentes entre los grupos tuareg rivales o entre los cazadores y los pastores por el control de la tierra, y por razones religiosas ya que los cazadores acusan a los peul de tener vínculos con los grupos yihadistas locales.
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La ONG Human Rights Watch alertó de que durante 2018 más de 200 civiles murieron y decenas de aldeas fueron incendiadas en el centro de Mali como consecuencia de ataques de milicias formadas por grupos étnicos de la zona.